Cierro los ojos y sueño y te siento invadir mis adentros,
te me acercas y te dejo; y me doy a ti y vuelvo en ruegos
el tiempo de un beso gélido. Arden mis labios, te anhelo;
y vienes a mi pensamiento. Te veo rosar mis deseos, largar
amarras e ir lejos por mi océano; tú en marinera y yo en
velo, desnudos y boquiabiertos pretendiéndonos veleros.

Las velas, llamas, floreros; y mil pétalos de Milsueños
encantados dentro de ellos, brotando de un tallo erecto.

Vuelvo a mirar y te siento tus manos contra mis senos,
mis caderas cuerpo y juegos con tus costillas de infierno,
mi cintura consintiéndotelo y tu pecho entre mi espalda
en carne y hueso. Siento el candor de tus vellos que me
erizan vientre, rostro y cuello. Me abro en poros y destello
al firmamento cual espíritu; me voy, regreso y me pellizco.

Provoco mi destino célico; y pierdo el juicio y los nervios.

Y te doy en el silencio lo más sagrado que tengo y me
derrito; y te respiro al lagrimar dormidos pero vivos…

Toma mi corazón quimérico y cólmalo de ensueños
lindos; y dame tus carne, tus ritos y aclimátate a mi
ombligo. Bebe del vino el delirio y ven a vivirme y a
embriagarte de mi tinto; sangrando el mal del olvido
para el futuro ver nítido hasta pecar sin rendirnos. Y
despiértame entre tus brazos cual tesoro del Olimpo.

Vuelvo a mirar y ya reino por tu universo que pinto.

Cierro los ojos sonriéndonos y los abro cual luceros,
salgo del sexto sentido en dirección de cielo séptimo,
surco el infinito enésimo y voy a parar al sol del
limbo, te introduzco en mi hueco negro y en mi cráter
te sacralizo. Te idolatro, te bendigo y en luna llena me
izo cual bandera del abismo donde coitan los vicios.

Y el horno oscuro del celo me ilumina enternecida;
y abro los ojos y te veo en esta vista que rima con
delicias. Tu tras de mí y yo cual bombilla que entre
las penumbras brilla enaltecida. Me siento hembra
y divina, cerebral con pedestal y bella Ninfa. Inmortal
y terrenal como Afrodita; bala, asesina y víctima…

En tinta y linfa corrida en una estampa del jardín de
los idilios; y en piedra fina exhibida me adelanto y te
despierto con un guiño. Me das calor, te saco el frio,
vienes y el suelo te limpio, damos gritos y gemimos y
gemidos y más gritos. Ven cuando quieras te lo pido,
dame tu voz y tu aliento y déjame volver contigo…

Y cierro los ojos y sueño y te dejo con las manos por
mi pecho; y abandono mi cerebro en flor de libido.

Picture courtesy of Sista Leonarda 
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