Allí vivimos nosotros años y años tras muros,
fue nuestro nido de mundo, de soledad y
destrozos. Fue nuestro todo profundo, el de
amor lujuria y gozos. Allí vivimos nosotros y
hoy somos polvo morboso y espectros de
viejos humos; difusos pero siempre juntos.

Y allí nos dimos cariño y jugamos como
niños atrevidos, allí mismo nuestros hijos se
hicieron maja y buen mozo, nos enfrentamos
celosos y nos dolimos perdidos. Nos dimos
besos melosos y hasta explotamos el piso y
los ladrillos porosos de los muros del castillo.

¡Y así mismo nos quisimos sin mentirnos!

- Si que me acuerdo marido…

Y hasta de mi vestido rojo con su corsé para
triunfos, que me ponía sin disimulo pues
mostraba el pecho único que siempre
exhibí con lujo. Ahora lo recuerdo y estrujo,
pues me lo puse hasta sucio solo para
rendirte tributo cuando me lo pedias mucho.

Allí vivimos nosotros con orgullo, allí nos
dimos antojos y desvivimos desnudos, allí
los brujos golosos nos tentaron con ardides
de los que osan los tramposos; y allí les dije
ni modo, pues nunca amé a ningún otro. Y
hasta el fin allí contigo reiné en todo…

Y mira ahora que somos; tú y yo, nosotros.

Los dos, dos sombras y polvo, nosotros los
más dichosos. Tu sin camisa y yo en rojo, tú
en pantalones y atómico explotándome
demonios cariñosos sobre el rostro. Ojerosos,
yo muerta en vida y tú en morbo sobre el
diván y ante ojos; pero el tiempo mata todo.

¡Y mira ahora que somos…!

Los dos espectros sin rumbo que gravitan sin
cesar y aún vagan juntos. Nos amamos y hoy
aún pedimos mucho, pues morimos al lado el
uno del otro. Disfrutando la vejes sin vivir
solos, pues el tiempo mata todo y a nosotros,
nos mató el amor profundo y sus embrujos.

Allí vivimos nosotros, de allí partimos de este
mundo; y la pintura del muro recuerda que
este amor fue único. Allí vivimos nosotros,
nuestra visión de la vida, allí sufrimos caídas y
nos paramos jocosos. Te recuerdas vida mía;
te recuerdo hasta de aquella ultimo rima…

Te recuerdo consentida y siempre viva.

Yo te recuerdo mi guía, sin camisa pues
nunca te diré mentiras ni en ceniza. Allí
vivimos nosotros, en aquella casa vacía y
linda que aun merodean nuestras almas
cada día. Y te recuerdo querida; y hasta
aquí en humos continuas siempre viva.

Y nuestras almas se aman sin medida; y
allí si revisan, nuestras cenizas respiran.

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