Huracanadas en sus cielos las nubes llovían gimiendo,  en tiempo abstracto un lucero se encendió en el firmamento; y los vientos olas trajeron. Tan altas como el piso séptimo por donde te navego en versos; y por tu océano en velero voy y vengo, en un orgasmo poético.

Cual marinero me sueño, recordando aquellos juegos veinteañeros; tu desnuda y yo meciéndote cual Venus.

¡En pretérito!; por qué…

Ya no me pides más besos, ya no me inspiras sonetos, ya no te viste de hilo, ya no te quito tu velo. Ya no nos vemos solitos los dos a luz del puerto, ya contigo no camino; ya conmigo no haces eso. Ahora el destino es consuelo, lagrimal de cocodrilo y llantos cruentos…

Y yo navego a lo lejos, recontando aquel encuentro.

La fría lluvia del invierno nos diluyó las promesas, la fuente de nuestros deseos se secó llena de penas, la sensación de tus labios se volvió un amargo encanto, tu blusa, mi gorro y el abrazo se nos quedaron varados; y las señales del faro, nos separaron los pasos…

Pues nos dejaron sin rastros para poder encontrarnos; y nunca más nos buscamos, pero te recuerdo a ratos.

Y en mi velero poético voy y vengo aún esperando…

Navegando enamorado, por tu océano de encantos.