En un recinto divino con paredes altas y sin techo que queda a la salida de un
pueblo cuyo nombre hoy no recuerdo porque lo soñé en secreto, se entierran
almas sin retos, armas de amantes coléricos, muertos por desasosiegos,
sermones trágicos y tormentos célicos. Pasiones de corazones muertos en
tumultos callejeros, orgias sin fin y pesares de los que vivieron sin condición
ni lamentos, la relación que quisieron. La crema y nata del sexo y la razón de
los delirios de ensueños que los seres conocemos, cómo el amor puesto de
ejemplo en los colegios; y las obras de ese sentimiento eterno y egocéntrico.
pueblo cuyo nombre hoy no recuerdo porque lo soñé en secreto, se entierran
almas sin retos, armas de amantes coléricos, muertos por desasosiegos,
sermones trágicos y tormentos célicos. Pasiones de corazones muertos en
tumultos callejeros, orgias sin fin y pesares de los que vivieron sin condición
ni lamentos, la relación que quisieron. La crema y nata del sexo y la razón de
los delirios de ensueños que los seres conocemos, cómo el amor puesto de
ejemplo en los colegios; y las obras de ese sentimiento eterno y egocéntrico.
- Hablo del Crematorio del Beso, rodeado de cardos, de cedros y de rosas de
pétalos negros y corolas rojo nervios, que cual Milsueños brotan de canteros.
pétalos negros y corolas rojo nervios, que cual Milsueños brotan de canteros.
No sé si entienden de enfermos, de muertos en vida queriendo, de adecuación
de conceptos y de pensares eclécticos quemados por llegar a viejos. Yo les
hablo de cimientos que tiernos labios hicieron, del magisterio consentido del
recreo y de argumentos concretos que otrora no se comprendieron. De reductos
de saliva que entre lenguas convivieron, bajo dientes, sobre pechos, en las
manos, por los dedos. De sabores de colores y de sinsabores tétricos enviados
con dolor al cementerio. De la integridad perdida de convulsos calores ciegos,
que nublaron el universo al ser tirados por los aleros, malolientes, careciendo.
de conceptos y de pensares eclécticos quemados por llegar a viejos. Yo les
hablo de cimientos que tiernos labios hicieron, del magisterio consentido del
recreo y de argumentos concretos que otrora no se comprendieron. De reductos
de saliva que entre lenguas convivieron, bajo dientes, sobre pechos, en las
manos, por los dedos. De sabores de colores y de sinsabores tétricos enviados
con dolor al cementerio. De la integridad perdida de convulsos calores ciegos,
que nublaron el universo al ser tirados por los aleros, malolientes, careciendo.
- Y de la disecada putrefacción del infinito deseo, vuelto cenizas de besos…
Del Camposanto que cuento salen sonidos oníricos, sórdidos, lánguidos y
frenéticos. Las melodías de sus quejidos se alivian al horno lo sentido y
nostálgicos los ritmos al vapor devuelven truenos, cuales abstractos sonetos
que del calvario han salido. Se dan robados, se quitan mímicos, amargados,
sínicos, cuerdos y hasta en remolino. Y en amalgamas los sueños bajan
y suben venéreos de paladares alquímicos, faltas de orgasmos y amnésicos,
llenos de sangre, pero insípidos. Y en carne viva los versos caen en
cascadas muriendo, atravesando el silencio, botando alcohol de madero.
frenéticos. Las melodías de sus quejidos se alivian al horno lo sentido y
nostálgicos los ritmos al vapor devuelven truenos, cuales abstractos sonetos
que del calvario han salido. Se dan robados, se quitan mímicos, amargados,
sínicos, cuerdos y hasta en remolino. Y en amalgamas los sueños bajan
y suben venéreos de paladares alquímicos, faltas de orgasmos y amnésicos,
llenos de sangre, pero insípidos. Y en carne viva los versos caen en
cascadas muriendo, atravesando el silencio, botando alcohol de madero.
̶ Asando al fuego secretos, que entre las bocas sufrieron…
Vueltos cenizas de besos, mancos, sin pelos, ni oídos. Ni enamorados, ni
pérfidos, sin sazón, ni más sentidos. Ni en calma, ni adoloridos. Vueltos
cenizas de besos, grisáceos, trágicos, bíblicos. Sin sensaciones, ni dueños,
ya sin labios, todo fríos. Arrepentidos, pecados y en el nirvana perdidos. Sin
las caricias, ni el ego, de un bello amor de domingo. Vueltos cenizas de besos
que abdicaron por capricho, por el feo rol del olvido. Sin Dios, ni adiós, ni
hasta luego, solo quejido y gemidos lanzados hacia el infinito. Pero sin que
los hayamos visto, pues las puertas del recinto, cierran cocidas con hilos.
pérfidos, sin sazón, ni más sentidos. Ni en calma, ni adoloridos. Vueltos
cenizas de besos, grisáceos, trágicos, bíblicos. Sin sensaciones, ni dueños,
ya sin labios, todo fríos. Arrepentidos, pecados y en el nirvana perdidos. Sin
las caricias, ni el ego, de un bello amor de domingo. Vueltos cenizas de besos
que abdicaron por capricho, por el feo rol del olvido. Sin Dios, ni adiós, ni
hasta luego, solo quejido y gemidos lanzados hacia el infinito. Pero sin que
los hayamos visto, pues las puertas del recinto, cierran cocidas con hilos.
- Y a cielo abierto el deseo se difunde ya desecho cremado cual mal recuerdo;
y se esparce ya hecho polvo por un pueblo que no llora por sus desperdicios.
y se esparce ya hecho polvo por un pueblo que no llora por sus desperdicios.
̶ ¡Vueltos cenizas de besos, negados por no darse límpidos!
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