En la lejana campiña que en veranos engalana, se despierta el sol al alba bajo palmas y ella canta solitaria sus tonadas. Boca roja, rosas blancas, mariposas, uñas largas y aguas claras, bajos cascadas se estancan. Fosilizan el dulzor rasgando yaguas y relucen inspirada la distancia hasta acortarla.
‒ Embalsamada en estatua, vuelta hembra enamorada, pero despojada de ganas.
Sedimentan las llanuras con cal mágica, fertilizan cada campo arando sabia. Salinizan los canteros que secaban y sobre la tierra acalorada llueven lágrimas. Que cuales pétalos al aire ella derrama, después que abierta un instante, vuelta aroma al contemplarla, se desangra sonrojada.
- Su espiga al tallo da peso cuando truena en madrugadas. Y ella fluye en contrapeso, sudando magma de plantas de su corona roseada, con rocío de guardarrayas donde hay vacas…
Benigna, fina, elegante con pistilo que al podarla cuelgan como puentes grandes, sobre erguidas cañas bravas. Con la corola morada pues resiste a los embates con coraje. Y vuelta espina con su traje de combate, reverdece si se muerde ella buscándose, cual divina tentación su Flor de Carne.
‒ ¡La que brota del adiós por lagrimales, con fistulas fermentándosele!
- Mujer de nadie, llantos y sonrisas, raros planes. Fuegos cerebrales, sangre y energías sin más males, cuerpo de hirviente ninfa entre cristales, soberana sensación que surca el aire, sabor a mate…
- ¡La recuerdo cada día, a cada instante, con deseos de comerse la vida, sin que la suerte la harte!
Y la amé como se aferra la uña al dedo, el esmalte al lienzo, la muerte al cementerio y la existencia a lo quimérico, en exceso. La amé despierto y durmiendo, la amé de cerca y de lejos. La amé sin miedo a perdernos, porque al volver nuestro encuentro era sincero, la amé aún más que si recuerdo.
La amé como ama un caballero a un noble Lotus salvaje templado con sumo de sus huesos. Y al escudo en corazón helénico sobre el que laten sus sueños, cuando galopa sereno de regreso a sus adentros. Al bosque de bohemios, donde se encienden tinteros en el suelo, para poetas jardineros.
- Le di la estampa de un juego y la mirada al momento al mundo entero, la ame y fue en serio.
‒ Vuelto susurros viajeros, a puros besos y ensueños, a la luz de su silencio, cual su médico…
Que a la lejana campiña donde su tez viva orgásmica se eterniza cual la gracia, contemplándola. Se iba a rendir con versos, que recuerden que lo bello de un cantero está en sus pétalos. Y en la tierra cultivada en melodías, libando cual abejas en enjambre, el néctar de Flor de Carne adolorida.
- Para convertir poesías y cuentos en semillas, que hagan renacer la sonrisa enaltecida.
Pictures courtesy of Eva Moreno Photographiste
Published Vogue Italia Copyright 2014.
Web of the Photographer : Eva Moreno Photographiste: http://www.evamoreno.book.fr/http://facebook.com/EVA.BBGC |
Models : Elodie Prz.