La talla de su camisa sin mangas llega hasta la sanja donde su dulce manzana entre primores se embriaga de naranja. Es blanca como una sabana y sobre su piel cae ondulada, dándole cuerpo de Santa, e infinidad de miradas, que desde mis ojos se escapan y la raptan, para adorarla. Sin braga, ni sostenedores, ni falda, sus verdes óvulos cuajan mi esperanza. Pues su silueta habla al mañana y ya me veo besándola sin nada, cara a cara.
Sudando alcohol saturada, suspirando añejo en jarras mientras troto por su espalda que llega hasta la cañada de sus empinadas nalgas. Cultivando margaritas entre jazmines y sabilas, pescándola al anzuelo con patatas y dándole a comer de mi carnada para enamorarla. Poetizándola en las tardes y cautivándole el alma con rancheras y redadas, para que se endiable al susurrarle y me pida bailar en la calle, sin que amanezca eclipsada.
― Cual una Luna semántica que se embarra en la Vía Láctea y hace que el Sol no desmaye y pase el día coitandola; y al albor de los calores verla sin camisa, ni braga; y aún sin falda.
– Y admirarla, hilo al dente oronda y placida, reluciendo transparente una mazana.
Tony Cantero Suárez – El Idílico Existencialista – Los Susurros de Cantero – Copyright 2015
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