De cientos salieron tantos que para un año bisiesto solo faltaron dos pasos, el penúltimo para saltar alto el muro imaginario que divide al presente del pasado; y el ultimo para llegar rápido y sentarse a vacilarlo, pasado mañana si acaso, en su banco. Bajo el que cual podio preparado para cuadros, guardó su cetro esperando a regresar para recuperarlo, después de los campeonatos donde clasificaba amplio y tras temporadas sin descanso, luchando contra los dopados. Y ahora ya viene llegando con su sonrisa entre labios, sabios.
– Vuelto Rey de los Estadios adulado por sus actos, corriendo parco, lanzando dardos, en ajedrez ni retarlo pues aún nadie le ha ganado; y sin su chaleco dorado, aún da espadazos.
Pero para hablarles claro de nada vale equivocarlos con relatos rebuscados, pues si de cientos salieron tantos, el triunfo es bien solitario, ya que nunca se llega acompañado. Y en la mayoría de los casos, quienes no pueden, se consuelan criticando para rebajar lo logrado sin que al fin les cueste tanto y sin necesidad de ganar, como los atletas honrados, a sus contrarios. En fin, la meta está al lado. Veo sus brazos estirados y como si anduviera gravitando, burlón y desenfadado. Pensando quizás al tramo desierto, para conquistarnos.
– Y vendrá de nuevo ha hablarnos de trabajo, de condiciones y daños, de lo bueno, de lo malo y del cansancio; y cual campeón ya calmado, lo veremos, sin complejos vuelto astro…
– E iluminando el estadio y por eso lo cuidamos, porque vale como humano y como faro!
– Y ya paro pues lo están premiando, pero al Olimpo pensando, quise hacer este relato.
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