La suerte va y la suerte viene, con salud un par de veces se siente lo que uno quiere, los amores más rebeldes conquistan años de mentes hasta que juntos y queriéndose envejecen. Alzan palacios, gastan fortunas en menesteres y doblegan, si no somos fuertes.
De allende, aquende y por siempre del recuerdo vendrá fiel y sonriente el lado alegre, dejando olvidado en el pasado el que nos duele. Y si del centro de la esfera miramos justo hacia afuera, veremos churre y madera, jeroglíficos distantes y alcahuetes que se venden.
Pero igualmente y si no muerden, ni sus ojos humedecen, verán las capas, la jungla, el asfalto y el azul de mares verdes. Y cual juez que observa el tiempo, más arriba y sin que nadie lo cele, el cielo verán perderse y con el lo que no tienen, si hablan de vida, su muerte.
Y es por eso que el pensar colectivo no existirá sin dudas más allá del menos breve, mientras quede un ser que piense a nuestra sempiterna libertad de deberes, que nos permite seguir siendo lo que mejor nos parece, mirando a solas con lentes que nos cieguen.
– Mientras el nosotros y ustedes a ellos los atropelle y no puedan más y se revelen, percibiendo negro en frente, odio, venganza, corridas, harpías y entre las ruinas, paredes.
– Y si les he hablado de vida, la muerte, cuando la naturaleza perezca y la forma inteligente que la entorpece, seque, porque la realidad es inerte, mientras no sea esta quien la legue.