Haciendo olas de arena una estrella se alimenta en la verbena, viendo con bolas dar vueltas a las algas marineras que hasta la costa se acercan y en la playa se recrean, maceradas en paella, que sobre ella se acuestan placenteras, cual escena de comedia que a la intemperie se juega. Y se les dan como esta quiera, pues en sus puntas que flechan sementan orgias y juergas. Y se pintan con espuma y se entregan semi abiertas para que se las coma enteras y en sus entrañas dar fiestas, en remeras, bañándose antes de la siesta.
– Y gritó un necio que escuchaba en la misma acera, muy bien Poeta, pero morder sin carne envenena y si seguimos a dieta, el socialismo de mierda, dará perlas en conserva…
– Y el Poeta que por ser, suele ser César, replicó con las promesas de un Profeta de su Era…
― ¡No hay mal que incube un árbol, pues la naturaleza seca, el curso de la historia entierra!
– Y prosiguió a la verbena, con su estrella, a echarle arena de cuentas al reloj de la escalera, que cuelga de la faz eterna de sus presas, contra un muro, marcando el tiempo que queda.
– Para que vuelvan las algas que quedaron entre olas presas, a rellenar tumbas viejas…
― ¡Y a liberar las quimeras, que la libertad encierra, sin cometas!
Pictures courtesy of Mario Ortega Perez
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