– Comprendiendo, comprendiendo, comprendiendo he aprendido a decir puedo, a callarme cuando debo y hasta a empujar cuando veo, a todo el que me crea ciego y necio.
– Comprendiendo, escuchando, atendiendo, como en un viaje entre dos tiempos, visto en sueños y luego hecho, paso a paso comprendiendo, atravesando el legado de lo incierto.
– Y ya viejo y de regreso, sonriendo y aún buscando caminos nuevos, vuelvo a los hechos…
A contar cuando partí de un pueblo intrincado entre malezas en pena, pero donde aún crece verde la hierba y el aire es una panacea que cura vientres con gastro, e ir a parar a un condado en el cual bajo ladrillos y marcos se aclimatan sin praderas, que solo es posible en la tierra, pues no existe otra galaxia en la que las almas ajenas adopten a las extranjeras, sin llenarles de estrellas la cabeza y los genitales de esperma, con su malaleche de tetas.
Y tampoco existe la mierda, ni los sinsabores y quejas mientras estas no se expresen, apresadas por quimeras y atraídas por tragedias que hacen creer que riquezas pueden tener quienes las desean, solo con pensar en estas y pedirlas a un profeta que les mienta. El pueblo se llama Deja y el condado Bocabierta y si hurgan en leyendas, si aún no lo saben, sepan, que las cepas y las yemas retoñan cuando se les riega, aunque no sea en primavera.
– Y siguió echando a sabiendas que cuando caminos aún quedan, más vale comprender con paciencia que el destino es una rienda que gobierna; y que la vida que lleva, va recta.
– Y que apurarse para que la vuelta llegue a donde el circuito cierra, acorta la eterna espera; y comprendiendo, damas y caballeros, nos dijo aprendo, a ser justo cuando puedo.
– A dar el pecho, a hacer eco y a decir puedo, sensibilizando, comprendiendo que merezco.
– ¡Mientras me retiro viéndolos, parados en el mismo cuento, para desaparecer diciendolo!
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