Sin solución de continuidad…

Quand on nous sait tellement fort by Vincent Tessier

De entre las tantas maneras de ser he escogido la mía, imperfecta, algo empírica y sin riquezas, pero sana y bien limpia. Siempre activa como las hormigas que andan con prisa, con guitarras soñando con fiestas, como las cigarras, que cantan dormidas. Y despierta como la de la Cenicienta que espera rendida, a que el Príncipe le traiga, sus besos de almíbar. La que tengo, aunque no guste a quien sin saber me critica, la vivida.

– Y ahora existo en un alma con voz, que por vos da la vida, que sueña con vivir maravillas y mañanas bonitas, redimiéndose erguida, sobre rodillas, sin mediatintas…

– ¡Y es que hay tantas maneras de ser, que hasta el tiempo se invita, para partidas!

Nadie es como quisiera ser, pues ni a rifle se evitan las pesadillas. Cuantos años pasé en un vaivén convenciendo a juristas, a la crema del santo poder y hasta a amigos altruistas, invocando respeto a quien diga que muere por ver la línea que lo guía, reencarnada en cuartillas distintas, sobre la misma. Para si a diestra no puede coger, retornarse a siniestra, con el mismo cuño y papel con que lo certifica. A dar su estima, para no ceder ante pifias y melancolías.

– ¿A cuál ocasión se puede acoger, quien tiente alargar las vías por las cuales transita?

– Si las brechas que rajan su tez sin arrugas inspira, a dar la cara, aun si esta pica, para que sus sienes rejuvenezcan aunque sienta las niñas, de sus ojos caerse, sobre sus mejillas.

– ¡Y entre las tantas maneras de ser escoja la sonrisa, para darle alas, a su tanta mística!

– Sin solución de continuidad, como los amores que tardan en volver pero que al verse se reconcilian, buscando la dicha entre las horas perdidas, como dirían los juristas…

– Yo entre las tantas he escogido la mía, que sin ser divina, es prolífica, como mi poesía.

‒ ¡Sin solución de continuidad, hasta que se interrumpa ella misma, sin tentativas!

– Y ahora existo en un alma con voz, que por vos da la vida, que no apresan y da libertad porque amar no se dicta, sin celos como quería, ni mascara, por consentírmela.