En un ático de duendes que habitan en las afueras del Limbo
allá en Sagrada Paciencia, una Comarca andariega que vuela
sobre un astro verde por las membranas donde los sueños se
hilvanan con coherencia, las jergas viejas y nuevas se reivindican
de la lengua en cada mesa. Se dan las frases completas y no a
medias; y se analizan las complejas de apariencia y las obscenas.

- Y la palabra dada se empeña aunque sea a ciegas; y hasta la
imagen se arriesga, pues nadie acepta perderla ni cediéndola.

Ya que para que nos crean basta con darla en muestra si
es la buena. Y para convencer que es cierta, la lógica de la
razón opuesta, debe demostrar la incongruencia con el tema
que nos concierna. Y si las ocurrencias derivan en escenas
polvorientas, donde ningún riachuelo surque derecho la
pradera, ellos unidos tararean la Oración de la Leyenda.

‒ “¡Nuestra vocación es vieja, mucho más que las imprentas!”
 
‒ “¡Benditos sean poetas; y benditas sean vuestras letras!”

Y en cada noche de luna llena se entienden bocas de
Estrellas entonar estrofas nuevas. Los días de luz del Planeta
se multiplican por hiedras que cuelgan por las Callejuelas. Y
cuando la lluvia llega sale vapor de cereza con olor a miel de
abeja, del suelo donde en sus colmenas crean cera de flor de
esperma, para curarse sus penas de trascendencia poética.

- Y en los inviernos rebeldes, giran al sol varios meses y se
encienden al moverse, soplando brizas celestes al poniente.

‒ Desde el ático de duendes, que en mi almohada sigilosos
se distienden, redimidos al conseguir que se les respete.