Hoy les recuerdo a la ninfa de la bicicleta,
con su frescura indiscreta y sus piernas sin
riendas. Con su métrica cabellera y su rostro
de Eva, con sus labios que quien besen lo
llenan de ella. Con sus manos dulces ramos
de uñas que entierra en el corazón de las venas.

Hoy recuerdo sus paseos en bicicleta, al sol
la frente quemándose para que la vieran, por
la pradera a pedales, la espalda entre hierbas;
y a solas por la Riviera desnuda y sin pena. De
blanco hilo dentada rodando hacia el delta,
llena de rosas la cesta y su falda de quimeras…

‒ ¡Se miraba y se miraba, hasta verse perfecta!

Les recuerdo aquella escena halada en bicicleta,
alzada sobre los rayos que incrustan la estrella,
la catalina calando en mi eje sin fuerza, rendida
por las caricias, que le daban vueltas. Viva al
cadalso gritando que me lleven muerta, quiero
morir en tus brazos, al precio que sea…

- Quiero que en mi bicicleta conmigo te vean, yo
pedaleando y tu oliendo el gusto de tu hembra.

Y recuerdo que el destino no quiso más que la
viera, pues me cambiaron de sitio a otro puesto
de la empresa. Y hoy la recuerdo contenta con su
bicicleta, ella delante y yo haciendo para que nos
vieran. Todos los que nos vivieron cuentan la
leyenda, de las sublimes lujurias de la época aquella.

‒ De los amantes furtivos, de la bicicleta…

Nos recuerdo pedaleando bajo los palmares,
hondeando el puerto a pedales, los cuerpos al
aire. Por la avenida encendida humeando cual
vela; y en la esquina desvestida, burlándose a
muecas. La recuerdo sin anales con su bicicleta,
la eternidad podrá verla pues también me espera.

La recuerdo desafiante con su bicicleta, las
conjeturas galantes, las tristes las feas; las
olvidaba al instante y pedía belleza. Se daba a mí
en los canales, soñándose en fresa; y luego la
bañaba en rosas y olía su esencia. Se la pasaba
callada, endiablada, montada y esbelta…

Y mis manos la tocaban de pies a cabeza, sillín
y caderas, amada entre ruedas. La recuerdo
apresurada con su bicicleta, el día de la balada
de adiós, sentí pena. La recuerdo al alejarse
con su bicicleta, triste, morbosa, sangrada y
dolida de pena, sin frenos, ni medias…

‒ ¡La recuerdo enamorada y con su bicicleta!