A los llamados “Patriotas Castristas”, sistema de valores y principios de por medio no les pasa casi nunca lo más malo, pero a los “Antipatriotas Castristas” luego de apresarlos, ganan tiempo creándoles una caratula de ficha carcelaria caricaturizada, preconcebida por demás, a la imagen del peor de los antihéroes. Son bien conocidas las imágenes semánticas de, gusano, mercenarios a sueldo de…, traidores a la patria y mil otras frases subliminales que nos impusieron sutilmente. Y que ellos han sabido eternamente ponerle a cada opositor a su sistema como cartelito de contienda perdida. Yo amo muy poco decir disidentes, ya que estaría dejando fuera a la parte de los seres que nunca participaron del susodicho sistema, por lo que no son, ni se sienten disidentes de nada; – y entre los cuales me considero…
Incluso cuando no niego que fui miembro de la Juventud Comunista, que ocupé puestos de envergadura en mi comité de base, pero que además llegué a ser el vicepresidente de la F.E.U. de mi facultad, no me da pena decirlo porque en ningún momento tuve como objetivo el involucrarme en el prelado comunista. Más bien lo hice porque me parecieron simpáticos cuando a las claras no me dieron otra opción para encaminar mi juventud por algún camino socialmente implicado; y el único horizonte a la vista era rojo.
Me conmovieron entre otros la historia familiar, de nuevos convencidos de aquello que se veía en la calle, además de que Cuba aún vivía cuando yo nací en el 1970. Por lo que no convencido de las cosas, al principio, cuando tuve huso de razón, no me quedó más remedio que entrarle al mar para saber cuál de las dos orillas erraba. Ya en mi juventud en los años 80 la gente venía diciendo cosas desde el otro lado del charco, buenas y malas. Y como Castro y sus acólitos seguían diciendo tantas otras sobre estos, pues solo me quedó como opción la constatación diáfana y directa de lo que los dos bandos decían y reivindicaban.
Llamo sinceramente a no creerse que a mí me educaron en el engaño del “Sueño Americano” ni en el de Changó y Santa Bárbara en una jícara pidiendo café… que no se ofenda nadie que solo bromeo para decir que en mi casa nadie se sentó a rezar ni a esperar por el milagro, por muy comunistas que nos empujaran a ser. Ya que nunca creímos, e igual luchamos a zapato quitao’ pa’ salirnos dentro del país mismo…
Pues entonces me di la oportunidad de autocensurarme acudiendo al método de calmar las dudas conociendo mejor al sujeto. Y me di a la empresa de no solo seguir siendo un individuo más de los que integraban la sociedad, pero de igualmente integrarme a esta de manera activa. Quise descubrir si yo me equivocaba al pensar lo que de ellos pensaba. Y la respuesta fue evidentemente seria… Me dije, pues na’, a construir un mundo mejor con ellos, intentando siempre ver la cosa a mi manera… Quise de la misma manera descubrir, si al contrario, lo que yo pensaba sobre ellos era correcto. Y me tenía que quedar por convicción y para siempre del lado de mis pensares antisistemas totalitarios y avasalladores de libertades.
Y como es lógico que el día en que dije algo un poquito fuera de lo común, tuve hasta que soportar que un “Directoracho” me dijera que él solo trabajaba con patriotas, previo anuncio del “tas’ botao d’aki” tajante y prepotente. Que no dejaba dudas de que me quedaba sin trabajo, solo por no pensar como él, o como ellos, ya que imagino que hoy en día no debe ser jefe de nada. ¡Y no porque trabajaba mal! Además de que luego comencé a ver por todas partes aquellos irónicos cartelitos que aparecieron de un momento al otro, con la archiconocida frase del Sempiterno Comandante, de que la Universidad era solo para los revolucionarios, convencidos. Ya nada volvió a ser igual. Cierto tiempo después me anunciaron que la Vicepresidencia de la F.EU. pasaría a manos de activistas más implicados. Y por supuesto terminaron quitándome el susodicho carnet de la juventud. Justificando que no había querido ir a un trabajo productivo impuesto, durante un mes. ¿Quién sabe si por castigo divino? Lo que de todas formas no me dolía, porque yo había previsto negarme inclusive a seguir una formación de aquellas…
- Tan así de fácil y por tan poca cosa me vi apartado de todo y hasta mal mirado. Pues entonces no tardé en comprender que eso no era lo que yo preveía como sistema de valores justos democráticamente hablando.
A este tipo de gente a la que me apego, yo prefiero llamarlos opositores innatos, libre y auténticos pensadores, porque desde pequeños son así. Somos cerebrales y pragmáticos, al punto de poner el análisis de lo que vemos en contradicción con lo que pensamos. Y a eso le sacamos el resultado de nuestro dilema existencial, que no es otro que el querer ver y estar claros. Yo me opongo, no porque yo sea un oponente político de talla, ni porque haya tenido problemas económicos en Cuba, ni porque quiera que en la futura republica los comunista estén vetados de voz, voto y existencia. ¡NO! ¡QUE EXISTAN COMO TODO EL MUNDO! Porque si no sería muy banal. Yo me opongo justamente porque no creo en ellos, ni en el resultado de su gestión político social en estos más de 50 años. Porque yo promulgo la disertación de criterios y la toma de puntos de vista justos; – y es lo único que pido a todos de hacer, aunque los míos no tengan parte preponderante entre los votados. Porque vivo convencido de que en libertad y con derechos el hombre vive mejor. A mí no me importa quien tenga más dinero que yo, a mi me importa que haya sido lo suficientemente honrado cómo para obtenerlo trabajando, o por herencia, o en el juego, o en la música y o el deporte por solo poner algunos ejemplos rentables, pero siempre y sobre todo, bien y decentemente ganado. Y me interesa el tipo de gente que viva sin muchas especulaciones sobre trivialidades y opulencias; – y sobre todo, la que me deje fuera de sus cósmicas manías de grandeza. Que sepa compartir cuando desee y que lo haga por amor propio y sincero. Y doy mucho valor a aquellos que no hayan hecho perder el tiempo a los que los siguieron. Yo me opongo por convicción respetuosa y meramente humana, yo me opongo, por la libertad del principio ajeno, mientras este sea justo y comunitariamente respetuoso.
Y reitero, que quizás no sea enteramente el mío, pero que igual me cuenta el reconocer que no son dignos.
- Retomemos la historia, el Comandante rescató para él, el machete del Héroe de Dos Ríos, armó un circo sin verdaderamente decir lo que quería, pero siempre amparándose en la necesidad de liberar a Cuba de la tiranía. Ya para la época la sangre del país era verdaderamente cubana y aunque mezclada con colonizadora, todos se hacían conocer por el sobrenombre del cubanito y la cubanita, que sustituyeron al Tatico y Cachita. Y también y en fin de cuentas, porque vivíamos de tiranía en tiranía y había de alguna manera que contener aquella hemorragia antidemocrática. Unas más sangrientas y podridas en su misma corrupción despótica que las otras. Contando de igual manera que sus servidumbres hacían de Mayordomos a los peores vicios importados desde el Imperio del Norte. Otro de los preceptos Martianos, el antiamericanismo y la necesidad de reconocimiento patrio, resurgió con la era Castro…
Solo que el de Martí era de convicción y no de juego, ni de mano a mano de autores intelectuales de esto y aquello, que conjuran contra ellos mismos todo el tiempo y que por detrás se arreglan los guantes con sus susodichos enemigos. El tenía como objetivo el hacer frente a los americanos, está más que claro, pero solo para que respetaran el derecho soberano de Cuba a existir como país libre. Luego no pienso que en periodos de paz hubiera estado en desacuerdo con ser por lo menos socio económico de esa gran Nación, a la cual le reconozco toda la expansión del término. Juzgando bien lo bueno y malo, lo mal hecho, como le caracterizaba. Y claro está, que dando una prioridad a sus relaciones con los países de la América Latina.
Castro se aferró repentinamente al juego con el Imperio y contra este y lo hizo creer a todos en sus primeros momentos de lucha, en los cuales ni siquiera dejó dicho quien era, ni quien en realidad, sería una vez en el poder. Luego nos cogió a los cubanos y nos endulzó con salsa envenenada de casquitos de guayaba sin coco y sin queso; – y nos las dio a morder por pedacitos. Hasta que la esencia nacionalista del criollo se oliera y gritara “Abajo el Imperialismo, viva la Clase obrera en castas” hasta en los más recónditos escondrijos de la isla. Nos puso a los americanos en frente en casi todo, aunque nunca los viéramos. Y nos empezamos a llamar los Gendarmes Rojos de guardia, que utilizo como parodia de la expresión los Tontos de turno del Comunismo caribeño.
Porque mira que duró en extinguirse el eco de aquella guerrita, que nunca llegó en fin de cuenta a ver concretizada. Y luego nos aplastó hasta que pudo, aplastándonos a fuerza de discurso y puño y haciéndonos creer que ya todo ese circo venia preparado, desde que Martí complotó por la guerra de independencia. Como dije antes, su irreverencia mayor, está en haber tomado como herencia el machete dejado por Martí en Dos Ríos, ya que a partir de ahí tergiversó la historia toda y a Cuba entera esclavizó.
Haciéndonos hasta por partes olvidar nuestras más ancestrales tradiciones populares y nuestro siempre despierto fervor independentista… ¿Quien puede entonces pensar, que Martí hubiera sido comunista?
Justamente porque el cubano siempre ha querido ser libre de cuerpo y alma respetando sus compromisos.
- Solo que él nos aprisionó de manera casi perfecta como antes dije, desmontándonos durante decenas de años, día a día y a toda hora el fervor independentista y fundiéndonos en el anti-americanista. Pero por sobre todas las cosas dándole un nuevo renombre universal a la identidad cubana, inventando las jineteras, pasando por los Tony Montana y yendo hasta los balseros, los macetas, los gusanos y los pingueros. Justo con el objetivo de hacer contrastar de manera paralela, estas para todos en el país y en el extranjeros tildadas de clases plebes, con lo que su sistema de valores llamaba los Diversionistas ideológicos. Actuando sutilmente con su camarilla humana, compuesta de los todos para él, o, con los que representan los intereses de su gobierno. Dentro y fuera de la isla y en las más disimiles manifestaciones.
Se invirtió en pura imagen y nos montó a todos en el Camello de sus entrañables, desproporcionadas y desesperadas ambiciones de triunfos, nunca vistos por cierto. Y hasta hoy no hemos podido liberarnos, ni lanzarnos más al combate, ya que ni siquiera el secreto y la buena fe están consentidos en nuestras mentes. Fácil de entender cuando oímos a los mismos cubanos decir que si confiesan públicamente lo que en verdad sienten y piensan de la realidad cubana, dicho con otras palabas más diáfanas, si hablan algo que no guste al gobierno, pues nada más y nada menos que no podrán seguir yendo de vacaciones a su propio País; – ¡y para más, su familia tendrá problemas! Y ya, luego te dicen, no hablemos más, ni siquiera por el net. Juego hecho de por medio y manipulación extrema, por lo que aquí pega decir lo que no me gusta, pero como quiera que sea repito el conocido refrán que reza: “!Divide y vencerás…!”
¡Ya que a Castro, solo le interesa ser Castro, lo que equivale a decir, solo tendrá la razón quien me la ceda!
Como mismo ha ocurrido en los casos de todos los fanáticos de la Inmortalización pura, dura y constructiva, que quieren pasar a la posteridad por la totalidad de su obra construida en solitario, o acompañado de su pueblo, pero a la fuerza para que acepten hasta los daños. Y luego no importa detallar si inteligente o bruta, porque la fuerza siempre será ciega y terminará siendo corrupta. Cómo el mismo reconoce se ha leído al dedillo las biografías de cada una de las grandes personalidades y los por mayores de todas las grandes gestas acaecidas. Lo que a las claras lo conllevó a crear su gran programa político militar, que hasta hoy le ha dado fama y fortuna, pero por sobre todas las cosas, valor para seguir oprimiendo a su propio pueblo. Y seguir mirándonos de manera desenfada, pero dura, como hacen los malos padres que fingen hacerse los buenos delante de sus hijos perdidos.
‒ ¡Y Martí, esclavo, o ciudadano dogmatico, nunca hubiera sido!
(Fin de la 2da parte)