Martí nunca hubiera sido comunista. (I)

Yo que no tengo ninguna autoridad en el tema, pero que no me canso de leerlo, lo creo más bien de centro izquierda. Y siendo un social demócrata convencido, incluso de los buenos, al punto de no haber tenido nunca que decirlo a viva voz, justo por consideración y sumo respeto para con sus acólitos. Luego hubiéramos tenido que ver que hubiera en realidad pasado si no hubiera muerto en Dos Ríos. Ya que estoy seguro de que para no volver a desunir la maltrecha unión que poco a poco pudo lograr en las filas mambisas, que como es sabido padecían de caudillismo crónico, él no hubiera cejado en irse hasta el centro de toda tendencia política confundida. Ya no para centralizarlas como pasa en la actualidad, pero si para mantener la naciente democracia cubana en un estado de vitalidad viva, sana y compacta.

‒ Decir que el Apóstol pudo haber sido comunista es más que tendencioso y no hay que estar muy instruido en el tema Martí para constatarlo. Solo hay que abrir dos páginas y leerlo al dedillo, que es lo mejor y más fácil que se puede hacer con su obra tan clara. Y es que no es por nada, ni por gusto, que hoy aún se le llama el Maestro. Y hasta para darle un vértice más jocoso a esta conversación, me atrevo a precisar que las obras completas de José Martí fueron los primeros “‒ Manuales para Nulos” escritos en la historia de la humanidad. Justamente por lo tan machacado que todo le quedó, como para no tener que orar e ir a buscar en sus preceptos la solución pragmática necesaria al cumplimiento a cabalidad de nuestra empresa. Hasta esos bien llamados “‒ Versos sencillo”, explican de manera diáfana, concisa y precisa las extremidades infinitas de su extraordinario y siempre ecléctico pensar.

De lo que si estoy seguro luego de haber leído varias veces su pensamiento político-económico, es que para nada se le puede tildar de comunista. Sería una seria irreverencia, mayor y pesada, al héroe político que “El Poeta de Poetas” encarnó. Por el contrario, de centro izquierda, con una visión global de mucho contenido social-democrático de las cosas, eso sí que se puede decir de él. Por lo menos en su base y en toda la grandilocuencia y egocentrismo de su estricto y magnifico personaje, que siempre supo y dijo lo que quería y quiso. En el momento preciso y sin ningún tipo de miedo por las retractaciones espontáneamente y responsables, dichas con palabras tajantes y urbanas.

‒ Bueno, es verdad que entre héroes verdaderamente dignos, que no hayan sido caudillos, casi nunca existirá la ambigüedad semántica que confunda y dificulte la comprensión clara de sus discursos socio- políticos. Justamente porque todo está, aunque bien concebido y  definido, relativizado al punto mismo del universalismo tradicional. Ya que en sus discursos casi nunca dicen lo dictado por ellos mismos, primero porque son ellos mismos los que redactan sus alocuciones, teniendo en cuenta el panorama real y poniéndolo en contraste con lo que ellos piensan que es posible; y esperan. Que les permite sin temor decir lo que ellos desean que se oiga, justo para que quede como eco profundo de sus luchas.

Que dicho sea de paso siempre defienden el criterio y el punto de vista estratégico del colectivo, sin aferrarse a la idea mayoritaria, pero haciendo énfasis en lo justo de cada principio puesto en juego junto al pueblo. En el caso propio del líder de masas cubano Fidel Castro Ruz, la única personalidad que ha sido de cierta manera capaz de aglutinar, lo que no quiere para nada decir aunar, al pueblo cubano, después de José Martí, la situación repite el mismo procedimiento, pero con la única diferencia de que en su discurso si existe y de manera pronunciada y tajante la ambigüedad semántica político-psicológica y lingüística, mentalmente estructurada. No porque el Comandante lo haya necesitado, ya que pienso que si es sincero puede declarar abiertamente que él no lee tampoco discursos redactados por alguien. Que solo toma notas y luego las integra al contexto de lo que el mismo piensa, pero sobre las bases de sus propias ideas y haciendo caso omiso de las circundantes. Y bueno como se dice, pésele a quien le pese y  duélale a quien le duela, yo no lo defiendo tampoco, pero hay que reconocer su carácter y rango de orador. Ya que son bien conocidas sus enormes cualidades de genio, torpezas incluidas. Que serán por demás recordadas, justamente, porque estas últimas nos acribillan nuestras libertades hace ya más de medio siglo.

‒ Pero como quise decir, Castro no es Martí, ni se le parece, ni este nunca ha querido serlo. Porque de todas formas no es la libertad con democracia e igualdad de pensamientos de los habitantes de la isla lo que buscaba o busca. Él es y no se le puede negar la concesión, un nacionalista empedernido, caudillista y populista, por demás. Quien por condición estrictamente propia se ha elevado al grado del peor y más perverso de los contrastes nerviosos y de personalidad conocidos. Con un bis que ralla desde la más rancia extrema izquierda hasta la más pésima extrema derecha. Tan inteligente como pocos, tanto como para haber podido claramente crear un sistema de semi-libertades constitucionales congruentes. Como su todo famoso, todo sobre apreciación de valores, bajo su propio y estricto sistema de apreciaciones. Que valga la redundancia señalar, han sumido a Cuba en la más profunda crisis político-económico y existencial que algún otro país haya podido vivir en el último siglo.

- Y si además contamos que hoy no somos nada más que criollos; y…, que pedimos cambios. Pues entonces nos daremos cuenta clara, de que la única diversidad de criterios que el respeta, es la suya propia.

¡Porque después de algún tiempo todos los que allí nacimos nos llamamos cubanos! ¡Y que yo sepa, Cuba no es de él, ni él estuvo para predicar con su ejemplo en aquellos tiempos tortuosos y a la vez fecundos en que nació como Republica,  con todo lo bueno y lo malo que se le pueda achacar al tema!

‒ Por lo que todos los hijos de los que allí nacimos, por nuestra descendencia, son y se sienten igualmente cubanos. Y todos sabemos que la mayoría no se contenta con nada que no se parezca a lo nuestro, ni toma a mitad de pecho su buena mezcla. Y ellos sí que no nos quieren para colonizarnos, todo lo contrario, ellos defienden la veracidad y la identidad de nuestra cultura ante el mundo, pues son la prueba viva de nuestra existencia más allá de las fronteras marítimas de la isla. Pero por mala suerte, ni ellos ni nosotros tenemos Cuba para todos nosotros como común denominador. Porque quien no sea apreciado como idóneo tiene como menos que amarrarse la lengua y marcharse como pueda y callarse cuando ya haya salido para poder algún día virar sin dificultades. Y como resultado de tal jerigonza, la familia creada del lado de acá, vive desprendida de la del lado de allá. Justo como han hecho todos los líderes de vocación comunista y nacionalsocialistas, que permiten a sus partisanos vivir como quieran ellos. Y a sus detractores de desaparecer por obra y gracia divina. Lo que desbarata el sano concepto de la familia unida.

En el caso propio de quien les hablo, esta apreciación de valores y principios de mentiritas, al estilo del más vulgar Pinocho, de baja factura cualitativa, pero bien invertido en su costo cuantitativo dado la cantidad de cuentos hecha durante muchos años y la buena estructuración de su semántica verborragica, devino un componentes de sumisión política de suma importancia. Dibujando bien su estrategia para engañar al mundo entero; y ya no tan solo a su pueblo. Y le dio el fruto de saber que hoy, aún muchos dudan si yo estoy hablando en serio, o no, cuando lo ataco de manera tajante. Claramente que lo hizo y que nos lavó el cerebro impregnándonos todo lo que él quería que supiéramos, dijéramos e hiciéramos. Pero eso sí, bien manipulado todo, para que no se le pudiera con claridad acusar de nada de lo mal hecho durante su precaria gestión económica dictatorial. Y bueno, dicho sistema le ha por supuesto permitido tomar el mando centralizado y de coordinarlo todo, para su yo y nadie más que yo. Al punto de no tener que matar en las calles a quienes osen oponérsele. Imagino que debe todos los días decirse: Ahí están las bandas de pueblo mío mismo, que lo harán todo por mí, con solo un empujoncito parafraseado. Y sobre todo que tales procedimientos subliminales le han hasta hoy aportado el gozar de la creación de un País-Estado-Gobierno-Partido, proveedores de  una seguridad interior indigna pero estable. Para con este vértice romántico poder seguir pasando por buenos ante los ojos inocentes y ajenos. Y al sempiterno Comandante, de darse para sí, el puesto eterno de padre sabio y todo protector de su pueblo.

- Del cual no se preocupa ni en sus estíbales notas periodísticas, redactadas justamente para dictarnos el quehacer diario. Estilo político-literario que vio la luz poco tiempo después que dejó el mando a su príncipe azul de hermano General, Raúl. El cual a plena luz del día declara vivamente que desea remodernizar el socialismo y hacer aperturas que evidencien el cambio de estilo de gestión, para de seguro acercarlo más a su estilo. Pero que imagino que en las noches, cuando el sol se acuesta y el con su luna se retira arrugado sobre su almohada, ve las decenas de notas con los dictámenes del viejo hermano “Dictadoracho”, que le deben por demás, hacer conciliar sus sueño. Y es por eso que la realidad es cada día más dura en nuestro País. ¿No se dice que un país vive al ritmo de sus dirigentes? Pues en el caso de Cuba la cosa se pone más turbia y complicada cuando repetimos lo que no es secreto para nadie: Que el grupo de dirección está restringido, censurado y tiene como común denominador el ser los mismos de casi siempre, que imagino ya están deprimido de tanto alarde simbólico e ideológico, montado en vano.

¡Cosa que, José Martí, hubiera desde su Principio, refutado!