Caminos de riego.

 Por la ruta hacia Reino Mujeres, me cruzaron Caravanas de hembras
contentas y amargadas por las circunstancias de marras. Las vi con
todo y sin ganas y con menos que nada pero placidas. Ardientes,
frívolas y lánguidas, felices y hasta desinformadas y con rabia. Vi hasta
a las Viudas sarcásticas sonriendo mientras sollozaban, ahuyentando
a las manadas que lloraban dentro de sus jarras plásticas. A las Lentas
apuradas por la magia y a las corridas en jaulas después de haber caído
en trampas que anhelaban. E igual las vi ya calmadas, orgásmicas,
trágicas y mal intencionadas, pudriendo cuales manzanas y agrias.

Me encontré a las Puritanas clasificando una estatua, e inventando
la desgracia para desconsolarla entre sabanas, para darle y cortarle
alas antes de plagiarla edulcorada en una estampa enlutada, atacándola
con ironías bien pensadas, hechas de dogmas que matan. A las Majas
de Vitrola las visité en las barriadas y hasta en las clases más altas, en
trenes, bares y lanchas y en restaurantes y terrazas. Y en las esquinas
donde vomitaban, meditando después de reposar ingrávidas. Con sus
alientos embriagan salas y entre botellas se lanzan las borrachas, por
eso decidí olvidarlas, porque en alcohol calentadas dan migrañas.

Por las faldas de un rio arriba me di cita con Las Cándidas, con las
liras que se afinan mientras encantadas cantan, sintiendo que el agua
baja hasta la playa y que del manantial brotan las lagrimas de sus
enamoradas almas, que enmudecidas traen lluvia y tardes entre
guitarras. Dulces, sublimes y llenas de gracia, suben y bajan montañas
llenas de curvas y amarras. Con caricias susurradas las extasié y levé
anclas; y navegué sobre plasma y sobre yaguas mojadas, en un
bohío en la distancia, al borde de la guardarraya. Y entre ternura y
fragancia, me escapé por las cañadas mientras alcantarillaban la plaza.

 Sobre la Cruz, sin vaselina y derramada en hemorragias, vi crucificada
a Lanza la Reina de las Hembras Sanas, no le quedaron palabras y
triste murió aquejándolas. Por las ganas que le faltan a un corazón que
no abrazan antes de que acabe el alba, sufriendo porque el tiempo pasa y
nadie le abre su ventana. Pues cuando se despierta sin ansias, ya al fin se
sabe olvidada; y los quejidos que le escapan, traen con sol un día que
irradia. Se deja caer la espada, florecen sueños y se opacan tramas; y
de cenizas de palmas, renace en vilo la Patria liberada. Y la vi en Bandera
nefasta y temeraria, encenderse en las altura y en las brumas gritar basta.

- ¿Por qué preguntar cuando se habla? Vive en Mujer y sé quien llaman, la
escuché gemir de nuevo y morir placida, mientras se esfumaba susurrada.

En la Jungla de Pantallas crucé las Hordas Fantásticas de las lujurias lejanas,
las del amor vuelto plagia y descrito en versos que no extrañan si presagian
que ardor haya. La enloquecida distancia que separa a cada cual de quien le
falta, la posición rebuscada para que salga en la cámara. La divina caridad de
las dos nalgas desnudadas, navegando sin ser barcas hacia horizontes donde
la esperanza empantana madrugadas. De los pechos rompe páginas amargas
y de la ración masturbada del pirata. De las cuartadas y las burdas inventadas
por las vaginas del karma. La avanzada tecnológica del alma que adelanta
referencias al mañana, que apagué, porque desesperaba consolándolas.

 Y en un desierto agotadas, me encontré hasta con la armada de Las que
todo Contaban, de las buenas buenas, de las malas malas, de las mediocres
y las trallas. De las enfermas que espantan por hipocondrías malvadas, de
las guerreras perfumadas que ponen bombas sin barras. La de las falsas
canallas que sin orgullo delatan a quienes las aman; y a las fieles de
terratenientes, sumidas al gatillo alegre. El Clan de que las que
quedaron después del vil holocausto, que por los hombres causaron,
las del Clan de las Sin Brazos. Las que de nada contaron cuando
entre clanes se armaron, Las del Eterno Arrebato en los ovarios.

‒ ¡Y entre mujeres gritaron, si existimos consumamos el milagro!

 Por Amoríos sin Contrarios un Condado donde un día posé mi
saco, fui el bandido más buscado de sus campiñas de encanto,
anduve por donde andamos quienes vagamos buscando un beso
raro. Me desviví en un calvario con la del lado contrario, con
la ex novia del salado cirujano, que los ciervos llaman guapo. Y
se la llevé silbando, pintándole en su suelo un cuadro roseado
con nardos blancos, con los pétalos de un ramo ensangrentado
coitando entre dos cactus. Traducido al esperando entre
marasmos, con las plumas de un Fénix fosilizado en el jurásico.

 Y en Clara Fe de Canciones una Villa al rumbo abierto que queda
por donde la busquemos, se me rompió el amuleto y se me olvidó
el destierro. Me iluminé en lo profundo entonando cual bolero un
trino incierto, me desperté dando besos y cuando mis ojos se
abrieron, me vi metido entre labios sin gobierno. Allí descubrí el
amor en serio, los tormentos y los celos, los dame todo y más
que eso cada vez que diga quiero, las tentaciones sin sexo y la
fragilidad de tenerlo usando el verbo correcto. Y mis conceptos
bohemios confundiéndonos, cómo la inconsciencia del payazo.

‒ Hasta que el sendero largo se hizo un tramo entre guisasos…

- Y corrí riegos por años, hasta que me vi quitándolo en un cuarto; y
aquel camino ensebado, dejó el pasado inspirado al que hoy le canto.

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