De donde vine no será hacía a donde vuelva, por donde salí no será por donde entre, donde me quede no será donde me dejen, cuando me vaya no habrá voz, ni sol, ni lagrimas. El día que parta no hará azul, ni albor de verde, el río del pueblo hundirá sus algas más rebeldes, la flor de magma secará aunque el ramo cele, las cataratas se echarán conmigo en barca, a lavar larvas sobre mesas sin manteles. Pues aunque caiga me realizare con creces, me parare, redimiré y seré El Celeste, me diré tu y recordare, que yo soy este.
– Y una y mil veces gritare que aún si me vencen, los velare hasta que mi cetro recupere…
A donde vaya izare mi bandera al alba, si alguien me quiere por amor valdrá el quererle, si faltan tarjas robare las que no entierren, hasta matar las ganas de besar con calma, entre los labios que con sus mieles me rieguen. Para olvidar la soledad de quienes mueren, para fundar una colonia bajo un puente, para rodearme de niños, hombres y mujeres, sin menesteres y con aliento a deleite. Y ya volveré cuando el viento al norte extraiga, algún mañana cuando ya no quede nada, cuando la sangre de mi sangre tenga alas; y solo vuele.
― ¡Adiós París, recordare que ya no hay Reyes, adiós París, ya mi lampara no enciendes…!
Por donde llueva llevare mi piel y dientes, al sur del mundo donde un glaciar los congele, al Monte Mentes y a en los lagos vertir peces; y a en el oeste criar reces que alimenten. A curar mal y a por el mar, volverme duende. Yo quiero oír que la virtud no es un pendiente, que la humildad es como el lucro para infieles. Que no hay verdad de corazón, que en la razón vibra el perdón y late el eje. Deseo escuchar que honestidad pierde quien ciegue, que Poseidón si algo enseñó bien fue su pene, colgado al cuello por un periodo perenne.
– Me iré bien lejos a buscar lo que no tienes, adiós París, no remuevas tus paredes, sigue inerte. Se rompió el sueño pero mi alma aún en ti duerme, cuida a la sangre de mi sangre, dale alas; y has que vuele…
― ¡Cuida a la sangre de mi sangre, dale alas; y has que vuele…!
– Pues a donde vaya ya no podre nunca verle, adiós París y has que vuele.
― ¡Adiós París y no lo olvides, dale alas; y has que vuele…!
– Has que la sangre de mi sangre llegue, adiós París, siempre te tendré presente…
― ¡Adiós París…; y has que vuele!
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