Ecos de sí mismo.

Lo que aún no se haya vivido, aunque los días se repitan y los gestos por homogéneos siempre nos parezcan concisos, aún no se ha visto, se dijo. El si en principio, el no preciso y el pero empírico, pero medido, son la clave del alivio, se dijo. Se afirmaba y preguntaba y al unísono hablaba con su doble y amigo, la diestra versión de el mismo con la que interactúa al dedillo, haciendo el diálogo fluido entre la fuente de adentros y la realidad de lo estricto. Miró a la izquierda, se rascó el índice, sintió sus uñas, se dijo existen, tranquilo.

– ¡Se dijo…!

Años atrás había sido búho con voz de barítono, pero ahora decanta y escondido, no sabe ni donde queda listo. Entró en mi cuarto, cogió un abrigo, dos sueños largos, uno cortico, reloj, zapato y salió el mismo y como digo, candela amigo, se dijo. Aquel día era de esos fríos que cuando tocan los huesos estos se convierten en vidrio, de cielo triste, de sol rendido, de niebla cárnica, de viento seco y de ego ambiguo, con ánimo no convencido. Y se dijo, que traficando silbidos con melodías de sí mismo, haría el camino bonito, dormido.

– Miró al colchón en el piso y vestido, se tiró al lecho para no oír el eco del pito que le repicaba en los oídos; y se encerró con su amigo en mi canasta de hilo y que nido, se dijo…

– Tengo tres sueños fugitivos, dos largos y uno cortico, recordó y en su bolsillo metió el limbo, para olvidar el camino y concentrarse en los signos, que brotaran desde su infinito…

– ¡De adentros, de los míos, me dijo!

Y cuando aparecieron los soñolientos lares del delirio anímico, en las puertas del ser híbrido donde no hay metas, ni estilos, cerró sus ojos y junto con su inseparable amigo intrínseco, saltaron al precipicio y se dividieron tranquilos, el uno cogió hacia lo imprevisto y el otro hacia lo pretendido, dejando el cuerpo tendido, en su sitio. Separados con el objetivo de explorar en lo infinito un futuro con días más lindo, a juntar sueños con hilos por los caminos del limbo, para hurga en lo no vistos y en lo aún no sucedido, se dijo.

– E igual me contó que dicho, no presagia prometido, pues se despertó perdido, el solito, e igual me dijo, tu tranquilo, pues dando pasos de aviso se regresa al uno mismo, redimido.

– Soy justo, deprimo; y al mirarme pretendí haberlo creído pues se veía sin decirlo. Y le respondí, amigo, tranquilo, estoy contigo y si no te paras te tiro, hasta levantarte del piso.

– Abrió los ojos y miró al techo, se sacó el frío y escuchó un eco de adentros, en silbidos…

– La melodía del silencio de la sinfonía del destino, con un pito sonando en sus sentidos; y hoy se levantó decidido y partió sin avisar, vestido, como ya le dije, como vino, del limbo.

― Anda buscando días lindos, imagino, en compañía de su amigo, de él mismo, como digo.