– Motivos nuevos, andando…

Buscando motivos místicos que dieran pies para un texto con filosofía y onírico, me vino a la mente un letrero que descansaba en un techo, colgado de un viejo alero y soportado con hierro, clavado sobre el cemento. Estaba escrito en gris, con letras grandes y huecos, sobre un tablero desecho lleno del comején del pueblo, anunciando que su tiempo había pasado corriendo, cual la sombra de un árbol seco talado entre dos inviernos y renacido al tercero.

– Solo que no era sujeto para predicar lo nuevo, pues del Fénix se han escrito hasta boleros y yo buscaba un comienzo que terminara de lleno, frente a un foco, entre gente, sonriendo.

– O en un pozo, tocando fondo sin lodo, o a mar abierto cual marinero, pero navegando ya sin remos; y me dije que aquel letrero, que se anunciaba cayendo, era eterno por ser cierto.

– ¡Y sonreí al encenderlo y me iluminé en paralelo, cual pararrayo entre truenos, en versos!

– Buscando motivos nuevos, para decirle te quiero, por estos…

Por sus curvas, por sus vellos, por sus sesos. Por las dudas que tenemos, por los sueños, por la loca claridad de mis deseos, por la absurda alteración de nuestros dedos, por sus piernas, por sus senos, por sus besos. Por aquella noche azul desnuda al vuelo, por las copas, por los vasos, por los suelos, por creernos. Por sus labios, por mis bríos, por los huesos y la inmensa oscuridad de sus adentros, que ilumino cada vez que llego en fuego.

– Y no recuerdo el letrero entero, pues dos tejas se cayeron, cuando lo estaba leyendo…

– ¡Buscando motivos nuevos se llena el tiempo, se rehabilita el recuerdo y se reactivan sus restos…!

– Y cuando vi que rompieron, tome un pedazo, me dije es barro, no busco esto…

– Solo que para entender lo expuesto volví a tirarlo contra el hierro y se hizo añicos como cuento, multiplicándose al infinito en mil pedazos pequeños, unos con filos y otros rectos.

– Y volví a decirme, es cierto, el barro nos da motivos para encontrar rumbos nuevos; y proseguí mis esfuerzo, recogiendolos, barriendo, llenando sacos con restos de lodo seco.

– Lustrando bajo el viejo letrero las puntas de mis zapatos nuevos, diciendome, los tengo.

el vendedor de Calabazas — in Cuba. by Ariel Arias

– Y me eché al camino de nuevo, con ellos…

Con sus suelas, con sus lazos, con su cuero, con sus clavos. Con las tejas en el recuerdo, contemplandolos, andando. Con la espuma de los fueros que había perdido rodando, jurando cuanto deseo y resignado olvidado. Con la tinta hecha saliva y diluida en zumo de sabila herida, antes de escribir un tango. Con las letra con que oramos, con la vida hecha pedazos, con tantos, contandolos. Con mis sacos, con mis canas y mi dicha, caminando.