Los ojos llenos, los labios secos, sordo, aturdido, triste, rendido y aunque desecho, aún entre vivos, cuenta los muertos. Suenan estruendos, en gris ve el cielo, llueve a lo lejos, pero en sus predios, se incuba el miedo y se baten necios. Y el uniforme, porta la orden de defenderlos, el rifle, el suelo y todos sus sueños; y aunque inconforme, resiste al peso y marcha a empujones. Tira y se esconde y se vuelve al ruedo a matar bribones, con cobre.
– Cual buen soldado ejecuta acciones y cuando para, relee palabras que ensangrentadas guarda en un sobre, cuál pila en carga, la última carta que de su amada, recibió entonces…
Y piensa en ella, cual luz que brote de antros de amores. De finas piedras, de flan de soles, de luna en goce; y de fiestas ebrias, cantando a albores. Y piensa en ella mientras la guerra, duele a quien toque. Cuidate, acata, mira que comes, si avanzan corre y manda tus balas sin rol ni nombre, hacia dónde enfoques. Pues de batallas que no se ganan, resultan pobres, dicen las letras crudas y nobles de su adorada que lo reclama, pues paz no alcanza.
– Y piensa en ella y ve que regresa a donde lo espera mientras la vida lo reta; y piensa en ella y vuelve a la guerra donde desesperan y en su bolsillo mete su estrella y saca cabeza.
– Cual buen soldado se siente hombre y aspira vida, cuando abre el sobre y lee cada letra…
– Y piensa en ella y la ve que regresa a atizar fervores con sus manos tiernas; y piensa en ella cual luz que brote de antros de amores, de rimas bellas y besos dulces y azul de flores.
– Y piensa en ella mientras la metralla le impide el goce y quema banderas; y piensa en ella anhelando untarle su pomada bélica, lee su carta, suspira y tiembla, que cruel la guerra.
– ¡Pues piensa en ella y a cuando la paz los ronde y para que no trasnoche, la aspira y reta!
– Y piensa en ella; y esquiva trampas que tronchen, sus amores.
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