Se olvidó de él, le acalló su rol, lo dejó sin ver y más nunca le habló. No giró ni a pies, no dijo si vió, no escuchó el ayer, ni el sueño que a dos el buscaba hacer. Ni el nido de arroz, ni el ruego al volver, ni el clamor del yo, ni el beso de miel en su corazón. Ni el deseo de ser y la devoción, ni la tentación, ni el eterno adiós, todo se esfumo como el parecer que no apareció. Y hoy me lo contó, ebrio ahogado en ron, en penas por ser, pues su vida le dió.
– Y hoy me lo contó y me dije yo, que igual me pasó; y porque le hablé, me la recordó…
Y me habló de la de él, de sus labios, de su piel, de su cuerpo de mujer y del día en que se fue, de las rondas del desdén, del capullo del querer y de su requiem. Y escuché su padecer y entre sorbos me callé, me fuí a donde me quedé y allá mismo la pensé, en mis brazos otra vez, a la vuelta del ayer. Y me habló de la de él y yo volví a la estación, a esperar la hora del tren para saber si llegó, la que el nunca me escuchó, decir que igual por amor, vine al bar a tomar ron, para olvidar el adiós.
– ¡Que no me dío…!
Y me habló de la de él, de sus curvas y primor, de su pecho a flor infiel y de la mía no escuchó, que igual me quemó la piel el dolor que me causó. Y me habló de la de él y yo en la mía paré, en su rostro de oropel, en sus cabellos sin gel, en las horas que la amé besándola al amanecer y en los años que pasé, a darle todo mi ser. Y me habló de la de él y en secreto me guardé la razón del carecer, de aquel vaso que tiré contra el borde del andén, de las lágrimas de hiel y del perder.
– ¡Al ver que al pasar el tren, igual solo me quede…!
Y me habló de la de él, del por qué ella lo dejó, del otro con quien partió, de sus ruegos sin favor y yo me dije que yo, no me parezco ni a él, ni la mujer que él amó es la misma que yo ame. Y yo me dije que yo nunca he amado más que él, que quizás amo mejor, pero que igual sin querer, no se puede hablar de amor. Y me habló de la de él y al repasar comprendió, que aunque sufra con razón nunca encontrará perdón, donde piedad no existió. Y en silencio se marchó, a llorar lo que no fue.
– Y en aquel bar me quedé, despidiendo a la de él, que con la mía se marchó, sin ser…
– A la mía y a la de él que para siempre olvidé, porque el prefijo ex, de nadie es, a la vez; y yo me dije que yo solo hago actos en bien, pues sin querer lo escuché, perder, hasta que un beso tiré…
– Sin ver a quién, pero aceptando acerté; y partí sin padecer, con quien toqué.
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