¡Tú tienes todo lo que le gusta a mis ojos!

Cuando te veo me sofoco, me pongo mal, me
alboroto; el negro se me pone rojo y los
parpados pomposos. Me vuelves loco y te
acoso, te vuelves blanco de un mozo que por
ti siente un cruel morbo; y no niegues que lo
oso y que te invoco demonios.

No me niegue, que te derriten los piropos
melodiosos que al seguirte te dedico. Y  tú
andar pura finura te edulcora tu escultura de
de Ninfa mística, cerebral con pedestal y un
tanto excéntrica. Y tú ondulas flamante tu
silueta ante mis ojos pendencieros…

Que te colman de adjetivos palaciegos; y te
sientes Reina en un templo de deseos…

Tienes unos cabellos tan vistosos que hasta
sin peinar son bellos; y tienes unos labios
rojos que hasta sin pintar pegan con ellos,
cuando los sueltas al cielo tu Venus se cree
en el séptimo. Y cuando sonríes a mis ojos,
te sueño en un beso eterno…

A que me atrevo y me empeño y te capto en
un soneto, te doy mis besos gustosos y te
endulzo tu universo con mis dedos. Y si te roso
me impongo, te adoctrinó, te soporto y más
nunca besarás a otro. Porque mío será tu
cuerpo esbelto de modelo…

¡Porque yo seré tu Rey y tu sujeto!

A que me cuento en un cuento en Demonio
Azul mata Monstruos; y a ti convierto en
Hada que de nata busca un pozo para nadar
a sus anchas. A que lo lleno de ranas que te
cantarán croando las sinfonías del baño; a
que me convierto en mago y la varita te saco.

Me vuelvo jugo de mangos bobos de este
año, te envuelvo en néctar de palma y te
ruedo entre sabanas blancas. Y te traigo con
violines las Cigarras, anunciando que el
entreacto acaba y que comienza la estampa;
te doy besos y más besos por tus senos…

Y te hago gemir como en versos…

A que te digo piropos que nunca inventó ni un
genio, a que vengo cuando quiero y me meto
en tus adentros. A que te saco del pecho un
ramo de Milsueños ebrios, a que te convierto
en pétalo abierto al mundo y sonriendo; a que
te digo te quiero, dejo el verso y sigo el beso.

A que te toco campanas y te lleno de
guirnaldas el parque viejo del pueblo, te
doy los dones que tengo y te canto una
serenata hablada, de esas que inflaman
el pecho; y a que te infiltro en mi verbo
cada vez que te dedique versos…

¡A que ahora puedes creerlo y confirmar
que son buenos; y a que te quedas con
ellos y yo contigo me quedo!

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