Me he sentado frente al mar a ver partir mi botella,
me la tomé con amigos conversando en este mismo
sitio juntos a la orilla del limbo. Con los mismos que
al comienzo de otros tiempos obtuve amor y cariño,
pues no han cambiado ni un pelillo de cerebro, ni
culminado sin decir que habrán futuros más bonitos.

Con los que aceptan mis principios porque respeto
los de ellos. Los de los tiempos aquellos resumidos
al pretérito, los de siempre y los de hoy, los que
nunca he olvidados ni engañado con mis actos. Los
que conmigo hace un rato en su liquido se diluyeron,
sin que el calor fuera obstáculo para calmar el deseo.

Ni sus grados perdición, ni sus saldos consumados;
ni desahogos mutando, ni depresiones callados…

Ni puñetazos mal dados por escándalos que no
controlamos, ni dios, ni santos, ni diablos; solo
imperfectos humanos recordando nuestros años de
muchachos. Solos nosotros, entre el bullicio y los
otros que cruzaron. Pues la voz del viento trae polvos
que nos tupen los oídos cuando nos concentramos.

Y compartimos un rato lo ya andando, conversando.

Y luego decidí irme a solas a caminar por la orilla el
momento de estas líneas, de estas rimas salidas de
mi alma homérica acostumbrada à las juergas. A dejar
correr la tinta por mis entrañas  aventureras, a firmar
sobre las olas una caricia hecha con letras, adentrando
en lo profundo de la espera y esperando a quien las lea.

Sobre una hoja de linfa, hecha vela y llama eterna.

Enviada a los cuatro vientos a quien beba buena fe
por otras tierra, si se encuentra mi botella marinera…

Que aunque ya ande a la deriva entre las olas del
planeta, nunca se sentirá perdida pues vagina la
leyenda de mi estrella, ya que no vaga vacía, pues
va cargada de existencias que renuevan borracheras
placenteras y quiméricas. Y ahora veo a mi botella
marinera, navegar al horizonte sin cerveza…

Y abrigado este poema aclama en ella letra a letra:

Dessin courtesy of Vincent Tessier.
[Aquarelle, Encre de chine & Crayon]