Por tiempos grises que vienen más vale recordar veranos, a bellos cuerpos dorando sobre playa desnudados. A barracudas y escualos pervirtiendo a olas y barcos, ondulando hacia la orilla al compás de los sargazos. Y a las praderas en mayo, después del primer chubasco, roseadas de romerillo, de albahaca blanca y melado. Y pensamientos pasando igual vale recordar los saltos, altos como las cascadas que a sus lados, lanzan sobre precipicios, láminas de agua sudando. A carrozas, a caballos y hasta al ganado pastando.

– A los puentes sobre ríos desbordados, a los locos resbalando mientras los cuerdos pescamos; y a los amores preñados gravitando, que a la vuelta de los años, no han pasado.

Que puede ser que sintamos, si al aparecer los trenes vemos la niebla abordándolos, quien puede impedir, si quiere, que hojas se caigan de árboles y que se nos frunzan las cienes tomando un café en el banco. Sentados sobre viejos aparatos, con los zapatos quitados reparándolos. Por decir cosas alegres, a veces hasta nos callamos; y en las penumbras llorando, con nuestro yo nos fajamos. Justo porque el tu es extraño, cual lo ajeno y lo barato. Y le damos pincelazos, para que no se apague el cuadro, para al otoño atrasarnos.

– Y se vuelven a enfriar las camas donde duermen separados; y las que solo de un lado utilizamos, se enfrían más rápido. Y si acaso al día aspiramos, rara luz, opaca al estrellato.

Con velas y farolas brillando, sin sol al alba y con atardeceres mojados, oscurece refriando el vecindario. Y se vacían las terrazas y desertan con los pájaros, copas, bullicio y vino blanco. Se ve el otoño llegando, pues ya me siento atristado y mi yo me grita harto porque mal tiempo anunciaron; y aunque intento desviar el cuadro, mayo no vuelve ni halandolo. Y en el alero agotados ya veo a los tórtolos lánguidos, zurrando un canto arruinados, murmurando un vamos trágico, a buscar nido en un gajo, en otros lares más cálidos.

– Y acá en el sofá sentado, con las ventanas cerradas y con mis dedos tecleando un texto rápido, frente a la estufa de la sala y al costado mio una lampara, hoy reflexiono callado…

– ¡Advirtiendo que el azul me falta, que es hora de ir a la cama pues los recuerdos me raptan, viendo al tren del otoño llegando, con sus luces apagadas, hasta el final del relato..!

Photographie Ariel Arias , Photographe cubain à Paris

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“El Idílico Existencialista“

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En los parcos desbordados del más antiguo Teatro de un pueblo a donde me llevaron, el publico aún callado admiraba ensimismado la actuación de los payasos y los magos contratados para el acto. Se habían juntado aquel sábado en aquel lugar mezclados, la crema y nata del metro, los títeres del Congreso vestidos de rojo y negros, pues destiñeron mintiendo y los retaron a duelo, sin sables, pero con los hechos. Los literatos eméritos sin sus sonetos, los sin dinero y los académicos, los invitados por buenos; y los excéntricos.

Las estrellas del momento del firmamento bohemio, los matones, los ariscos, los cuadrados y los gordos. Los delgados, los redondos y hasta los novios orondos y el vejestorio pomposo. Pues aquella noche, ni el oro, faltó en los cuerpos llorosos de los presentes que nombro. Pero el elemento simbólico, la razón y lo propio que nos reuníeron dichosos en un agradable jolgorio, fue el reconocimiento del cosmos, con alas puestas sin morbo, sobre las manos de todos. Para que gravitáramos, en infinitos recónditos, sin odios.

– Y sin lodo, alegres y sonrientes, aunque remotos y sordos…

Y al descubrirnos los hombros apuntalando los codos y con los dos brazos armónicos, dando palmadas y a coro, agradeciendo sus logros. Ya de pies, sin más métodos tortuosos y sin aquejar por demonios, cayó el telón ante los ojos melancólicos de quienes los vimos, haciéndonos volar gloriosos. Sin más otoños penosos, ni fríos que nos pusieran bobos. Y cuando las huestes el Mundo Irónico, curaron nuestros cerebros rotos por los pensamientos más sórdidos, con la ilusión de lo ilógico, abrimos nuestros propios pozos.

– Y nos miramos jocosos, sudorosos nuestros poros, en los parcos dando aplausos al final del espectáculo, que no nos cambió del todo, pero si alegró el velorio de un buen cómico…

– Y a aplausos seguimos solos, a aplausos y otros; y sin plazos, aplausos les dimos todos…

– Pues la ilusión con irrisión nos vuelve locos y solo aplaudiendo somos obvios; y aplausos les di a mis antojos, hasta ver mis dedos rojos y la sonrisa en mi rostro, en la de todos…

– Y a aplausos despedimos al finado, con las alas en las manos y nuestros labios tarareando, aplausos, obvio, pues cuando aplaudiendo constatamos logros en el escenario.

– Aplausos damos hasta el cansancio y dando aplausos nos marchamos, aplausos…

― ¡A aplausos!

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De oro fino y bien dorado vi una Pepita rodando al final de este verano, lanzada iba cuesta abajo salida de darse un baño, aromático y en solitario. Esbelta y con talones altos, vestido de hilos torneados para su cuerpo de encanto, aquilatada de gramos y con fuego en el espinazo. Bolso bordado de un lado, que se le abría porque ondulaba rápido. Medias finas, dientes blancos, cabellos atacados sobre el cráneo y en su pecho repujado para darlo, un medallón decorado con los diamantes más raros, encontrados bajo un árbol del jurásico.

– Y vendidos sin pasar trabajo por joyeros de su barrio, que cuales Heraldos con su banco, cerraron el contrato que he firmado con mis manos, cual sabio abogado de un Diablo laico.

– Que no cree ni en su estado, ni en las caídas de ánimos, ni en su madre, ni en fulano el malo, ni en sus pasos; y para probar lo que hago, vengo de ganarle a un Santo cuatro años.

E imagine que quien cuida lo apostado, dicta la ley al contrario y solo cede rentandolo como mercenario. Y por cierto de la agradable Pepita, aún cuesta tanto como antaño y su peso no ha variado, pues ella se embellece a diario y cuida bien su trabajo. Y de los diamantes que hablamos, bien, allá en la casa del Diablo. Bajo un árbol, escuchando lo que a usted le estoy contando, resguardados. Listos para ser comprados por Caballeros románticos, que los darán a Heraldos, que conocen a abogados, que arreglaran el contrato.

– Y las facturas que a cambio, traerán dinero del banco, para pagarnos lo osado…

– Renunciando a hacer el pacto, si no es tanto lo apostado, pues ni con oro el milagro cae en las manos; y venderse cuesta caro, incluso a los mercenarios y a los jinetes mundanos.

– Diga usted, cuanto apuesta a que le resuelvo el caos que le han causado, piénselo bien pues es usted el apurado; y no olvide pagar mis honorarios, de antemanos, sin contarlo…

― ¡Pues entre impuestos y palos, tendré igual que ganar algo, bien sudado!

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Voy a dejar para mañana la esperanza, lo que aún me falte por hacer de esta jornada, voy a dejar mi cantimplora y mi guitarra, sobre una mesa y en la funda de mi almohada. Voy a olvidar igual mis bultos y mis cargas, contradicciones, sinsabores y otras tramas, voy a dejarlas y me iré a surcar el agua, a donde el coco parte al medio la manzana. E iré más lejos si los pasos no me faltan, a redondear lo que en la realidad no cuadra. Por si al virar, como por cierto a todos pasa, se rompe el sueño y me sorprenden, viejas trampas…

― ¡No hablar de lagrimas…!

– Y dar con tinta el eco que en mi pluma danza, e ir más allá si no se escuchan mis palabras; y si mañana al despertar tu no me faltas, ir más allá y si te deleitas no te vayas.

– Para legar la eternidad en una estampa, el tiempo atrás, el que vendrá, muchas comarcas, sin soledad, sin malestar, con la verdad pues es sagrada; y sin lagrimas amargas…

– Tal vez, quizás, si no hubo adiós, no habrá ya nada…

Y en la distancia acalorada en la ventana, te pintaré bien delineada frente al alba, de par en par, buscando azul, blandiendo espátula. Y en ella tu alma advertirá que el viento pasa, entre recuerdos, frió el piso y en sandalias, mirando al cielo tristemente avejentada, como me pasa. Y dejare que el universo el tiempo haga, que pasen horas, días enteros y semanas, años y años por desearte vida larga. Para al regreso del desierto en una sala, la cantimplora que guardé me de su agua; y en cualquier mesa, una canción ya sosegada.

– Pues mi guitarra habrá dormido con mi almohada, para contarme lo que esta a solas habla.

― ¡Por si a la vez veo que despierta mi esperanza, no hablar de lagrimas…!

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Tras los laberintos termales que ornan los lares distantes por los que anduve de viajes, se llega a pies y galopando como hicieran mis ancestros inmortales, o en coche negro y vestido de hilo bordado, como vengo manejando y te cuento en lujo de detalles, hasta el Condado del valle donde hoy vine a beber sangre, cansado de los ya habituales.

Y esta noche tengo hambre y deseos tentaculares, de comer aortas al plato aún palpitantes, para morderlas con mis molares, el paladar abrazándome y dándome el gusto ensangrentado, de confesar que me place. Y de atar con besos que maten y rezos de no me importa, dale dame, los labios de las hembras que me tienten por los parques.

E igual me comeré sus carnes, las de sus pechos mimándoles y las de sus piernas devorándoles, sus restos vaginales, pues los antojos fatales, casi siempre son de clase. Y por cierto al que me hable, más le valdría marcharse evitando ser pedante, para mis dientes no enseñarle; y así poder cumplir mis planes, de cenar mujer por partes.

– Y no otros animales, a los que no me plazca chuparles…

Y tu, mi cruel escudero, mi Caballero sin armas y fiel celador de mi caja, no te inquietes que tu cuello ya ni sangra. Pues tu alma la vendiste a mi cuñada una noche en Transilvania, vestido de quien te habla, la mismísima guadaña. Yo, tu hermano, El Conde Dracula. Y no me esperes, pero prepara las sabanas, para mancharlas al alba.

– Pon el reloj junto tu cama y vela, para que aunque las horas partan, que el sol no salga…

Para disecarles a quienes se me entreguen, trompas, anales y fabulas, carótidas y para que no se me distraigan, desbordaré sus bulbos de agua en palanganas, por si mi sed no se calma. Y mañana verás como me extrañan, que gemirán dándose al dente y deslenguadas, mi cola por bocanadas, creyéndose Hamelin Flauta; y yo susurraré admirándolas.

― Haciendo honor a mi casta, de Vampiros que conquistan con su gracia y no atacándolas; y me llamarán su bello Dracula, ya erizadas, sin más gargantas, descalzas y arrodilladas…

– Cual eco de la madrugada, que anuncie mi vuelta a Transilvania, atravesando por donde hierve el agua con la libido atestada en mis entrañas, revuelta en sangre de Damas.

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Sentado aquí en Punto Cero me abordan viejos recuerdos, las jerigonzas en versos escritas por Poetas cuerdos, que en otros tiempos leyeron. Y alguno dijo, por cierto, comprendan, que fuera de nuestra lengua se encuentran pocas escuelas, donde se lean leyendas escritas en extranjeras sin traducirles sus letras, justo para comprenderlas sin que cambie la novela.

― ¡Y la nuestra es una de ellas, cuando la hablamos afuera!

– Y por cierto, hablando de historias sueltas, por aquí pasaron Lucho y Magdalena…

Por aquí pasó una ameba, seguida de sus secuelas, la barbarie, las carencias, las místicas pertenencias de irreverentes Profetas. Las religiones que inventan para quienes ven la materia, sin hacer caso a las ciencias. Las culturas, la incultura, las estatuas y esculturas, las mentiras más inmundas y la reñida figura de la lucha, de quienes el Mundo bueno buscan.

– Por aquí vieron a Eva, de niña rica, sin cuna; y a Adán en una laguna, entre gentuza…

– Y a sus ancestros, los vieron, quien sabe donde, pues de ellos hasta ahora nada escribieron ni los Poetas aquellos, ni los que luego vinieron, ni los locos de estos tiempos…

― ¡Quizás se olvidaron de ellos, por haber partido al extranjero!

Coge tus bultos y en el puerto si ves un camino nuevo, alza los brazos para inspirar el recuerdo, a los ojos que te verán emprenderlo. Y ve derecho, pues si nunca lo cogieron, aunque rimen meridianos, cruzados con paralelos, aún debe estar libre de tormentos. Y ve derecho que te espera un Mundo abierto, aunque gastado aún muy bello, cual sus pueblos.

– Y no hagas caso, nadie es dueño, ni con muros de concreto, ni con rezos…

Y a olvidadizos, a sordos, mudos y ciegos, diles que en el extranjero, igual existen ejemplos de hombres y mujeres serios y de comportamiento honesto. Tanto como nacionalismo y muertos sin cementerios, pero no libros de textos que permitan entendernos. Ni ánimos para que lo logremos, sin emigrar, pues el miedo atrapa el cuerpo.

– Como me dijo Materio, sentado aquí en Punto Cero, al regreso de otros Pueblos que en el destierro le impusieron sin haber al suyo vuelto, pues del exilio hablan siglos, no es nuevo.

– ¡Y para que volviera a verlos, cambiados y envejeciendo, olvidando que sufrieron…!

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WITH POLITICS & PROSE

Bajo los soles y lunas de noches y días enteros, durmiendo poco y aunque cansado despierto, saltando por sus causes ríos que nunca atravesaron pueblos, abordando al frío veleros que al zarpar de cada puerto hundieron tormentas cayendo. Una tarde, esperando un aguacero, tirando de su mulo y casi muerto, por las puertas del desierto apareció hecho polvo y cual sombra, negro, un Escudero sediento, que volvía sin Caballero del destierro.

Habían partido hacia tiempo a buscar épicos truenos, a batirse por senderos buscando reconocimiento y hasta en Castillos los vieron, ovacionando proyectos, sujetos de Reyes necios. Nos contó después de almuerzo, ya reposado y sereno, que ganaron oro y ciervos, tierras, caballos y premios. Coronas y Reinos en juegos y hasta el precio del dinero, fueron ellos quienes lo pusieron, repartiéndolo, hasta que perdieron el genio, por corromperlo.

– ¡Y ya ven, dijo aún bebiendo, de hombre mi Caballero, solo tenía el buen concepto…!

– Y argumentó por un momento con puntos de vista concretos, por rivalidades, excesos y leyes que condenaban sin ver, lo que pasaba en los pueblos, terminamos en un hueco…

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E igual le explicó a los más viejos del Condado donde lo recogieron, que en los profundos adentros de aquel lugar oscuro y tétrico, ninguno de los dos se vieron. Y después de horas corriendo por galerías impregnadas de desprecio, de suelos bullentes y rocas calizas, blancas y cuales lanzas sobre sus cabezas dirigidas, encontraron las salidas que venían y no la que sus vidas convergía, abiertas a sublimes ironías, cada uno por su cuenta, dividas.

– Y la he buscado, hasta andando de rodillas, desde ese día, pues sepan que la Caballero, es el ardor que se atiza en mis costillas, es la mujer que me inspira; y la razón de sonrisas.

– Y la imagino por las orillas, ondulándose mientras me camina, o galopando en camisa…

– Terminó vino, cervezas, sacó una carta ya vieja y al desempolvarla me dijo, se la entregas, si un día llega; y emprendió el rumbo tras ella, inculcado por la deidad que el amor lega.

― ¡A sabiendas, de que sin adiós, no existen vueltas!

– Con una brújula que recogió en una mesa, a bregar sin destino por su época, para verla.

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Entre las leyendas más viejas que sobre el surgimiento de la vida cuentan, hay una que si no recuerdan, es porque no hay quien la crea aunque sea bella. Es una historieta de esas que me contaba mi abuela cada tarde antes de la siesta, sin nunca terminarla entera, ni comenzarla con las mismas letras. Cual fabula con ciencia de una consciente molécula, que se pretendía distinta y para mostrar su energía, se cruzó con melanina, bebió en bulbos clorofila y se esparció con las brizas. Y al ver que la noche caía en una oscuridad onirica, trajo sol, encendió el día, hizo que en la luna se reflejaran bolitas; y que se abriera una vía.

– Y antes de dormirme, me decía, si surcas la luz, respira y no tendrás pesadillas; y ya yéndome volvía y me repetía, si soñoliento te meas, leete el libro de las niñas que fornican.

― ¡E igual tampoco dormía, imaginando los signos de una cola de materia, botando ojivas!

– ¿O acaso existen boticas, donde vendan camas listas; y mesas con la comida servida…?

― ¡Y al levantarme, aún parado, le pedía…!

– Abuela, la merienda, mi’ja, que con tus cuentos me marean las ovejitas y las abejitas me pican la barriga; y ella miraba y sonreía, mascando pan con tortilla y gallina con harina.

– ¡En fin, más era lo que veía que mordía, que lo que sentía y creía, mezclando mínimas…!

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En rabia y truenos torneada ayer me encontré una espada, con la cazoleta plateada, la hoja aún afilada, fina y en hierro forjada y en el pomo una medalla, incrustada con semblanzas repujadas que desesperadas brotan por el delta de una lagrima. Que se escapa solitaria ante las miradas, después de una batalla trágica y de largos días errando, fomentandola.

– Quizás de las que vivió antes de quedar allí botada, en el suelo ensangrentada y sin más manos que la halaran, ni palabras que alentaran a cruzadas empuñándola, en la nada…

Y acepto que la realidad inesperada, en tiempo avanza cual pagina. Que están cambiando los vientos y que con más lluvias, desbordarán las cañadas. Pues como quise guardarla al admirarla tomada, igual me tocó lavarla para quitarle las manchas. Pulirla frente a la ventana y sobre todo colgarla, para orgulloso mostrarla, en la pared de mi pequeña sala.

― Brillante y larga, como la luz de mañanas conquistadas, iluminandolas de esperanzas…

– Justo porque hay historias que cuentan las odiseas pasadas, insinuandolas, cuando les encontramos tramas solapadas visualizando, disfrutando cuartadas paralelas emboscadas.

― ¡Para por si el azar nos atrapa, tener una espada afilada, en nuestra sala de almas…!

Dessin by Vincent Tessier Copyright © 2015

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Mañana se escapará otra Musa del Panteón de las Diluvianas, la más divina criatura de las que deificaron Diosas, su Santidad La Papessa de deseos consentidora, la Coronada Campeona de las Rosas. La Reina de las Don Quijotas que en molinos se hace pompas, la idolatrada Señora que ante el hartar de la gloria, se dio al orgasmos devota. Implorando retoricas redentoras desde la proa de una Góndola, cual serpiente tentadora, si se asombran.

– Y para proseguir la historia, la más hermosa, lo he escuchado en los pasillos de una prosa y al pensarlo la he calcado, por perturbadora…; y me la llevé de alforja, en una hoja…

Para mostrarle en poema que mi Poeta la honra, que la pasión que dio a otras, se la dará sin demoras. Pues si el Panteón no le importa, ya que allí sobran las Prodigas, yo ahora mismo busco otra. Para erguirla Soberana en una obra, regalándole las frases que la nombran y las que de ella recoja. Para en diestra Empedradora acariciada y atómica, darle el cetro en carne propia y entre sus piernas ver locas las estrofas si al fin del cuento se enrola.

Un peu de douceur .. Lorena Demay by Eva Moreno BBGC Copyright

– Y se viene hasta la hoja, a ser la que le pido ahora, hasta que el tiempo la acoja y se haga otras, las que ella quiera si nos aportan la mujer y hembra dichosa, mi corazonada carnosa.

– Y sea en vida larga historia, a la que mi amor que toca, le dé de sobras…

― ¡La Musa que no me abandona, la Titulada Doña Toda, la que en sus rimas me colma…!

Pictures courtesy of Eva Moreno Photographiste in Paris, France

Models Lorena Demay : “Aquatic dreams between the light and the darkness”

Photo/artwork Eva Moreno BBGC-Copyright
Published VOGUE ITALIA « Photo in the best of today »
Tuesday, June 16, 2015

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Nada detiene al sonido cuando surca el firmamento, sin cuerpo, ni movimientos ondula hasta llegar lejos, como los gritos de incendios que en aquel lugar se oyeron, al ver que al encenderse el cielo, restos de mujeres cayeron sobre los techos. Y en una en plaza del centro, se clavó una ardiente y placida, en un gran hueco. Y al verla todos corrieron, los hombres se quitaron sus sombreros y las mujeres, ya sin velos, celaron su modelo perfecto.

– Y cuando pararon los fuegos locos mojados se vieron, después de un diluvio intenso que duró el cuento que leyendo, advirtieran que con versos, se ven los sueños más bellos…

– Y pasó el tiempo, años y años, meses de invierno, adiós, veranos, otoños, huesos y pellejo envejeciendo, porque en la realidad que cuento, también nos ponemos viejos; y lo vemos…

Hasta cierta primavera en que la piedra, después de una lluvia fresca, floreciera estilizada en carne de hembra. Y de aquel fósil sin ganas, de sus estrías de magma reverdecieran sus mamas inflamadas, dando del vientre esperma. Y que de su esbelta entereza, reviviera la pasión y la belleza de su excelsa Diosa eterna, sin ser griega. Fue quemada en el Desdén de las Existencialas presas, cuyas hordas un día cayeran, en trampas que causaron guerras.

– Inmolándose por ellas y por ello castigadas, a vagar por los planetas, cuales heroínas desterradas con vaginas de templarias, con sus carnes aún ahumadas, listas para la plancha.

― ¡Pero solo una, ERODIKA, eternizó aquel legado, al clavarse cual estatua en una plaza!

– Y esta es la tarja en piel de vaca para su Maja Holocaustica, pues la memoria aunque quemada y empedrada, deja cenizas de paja, polvo y lagrimas, por los lugares que pasa…

― ¡Y si de mujer se trata, deja gana de tocarla al ver su llama…!

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Solo percibo recuerdos, me dijo, vientos del norte hacia el medio con remolinos de tiempo y los cabellos, solo consigo perderlos. Solo camino derecho, contando pasos, mirando al suelo, concentrado en menesteres mi cerebro y con la vista por dentro. Y solo a veces me encuentro, entre las sombras y en cuero, buscando trechos ineditos que me guíen si me pierdo. Y por si nada comprendo, gesticulo, me levanto y dejo en el umbral mis sueños.

– Solo quería decirte eso, dijo en voz baja, un tanto serio, me miró y siguió durmiendo..; y ahora lo entiendo y por eso tampoco tardare, e igual en cuanto colguemos, ya me acuesto…

― ¡Porque se está mejor que despiertos!

– Además tengo sueño y sola no podre ir lejos, sin más criterios, que el último y el primero.

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Bajo paraguas se levanta la mañana, sin sol que avance se vislumbran palanganas y en las ventanas, cañadas caen sobre el alba, por sus marcos descendiendo aceleradas. Y en las mesas, vacías se deleitan las tazas después de recalentadas prácticas, llenas de fraguas aromáticas. Pero no se ve más nada, pues corridas, las cortinas dormitando se relajan aún cerradas. Quizás esperando a que las casas, aclaren las esperanzas, de la gente que trabaja.

– Y así comienzan las estampas nostálgicas, húmedas como los días que caigan, bajo aguas.

En el jardín de la plaza florecen rosas roseadas, de sus pétalos aún sin colorearlas brotan las notas mezcladas, los tonos fríos no hablan y los cálidos resbalan tapados por las nubes blancas, que de negro se abrazan enlutadas. Ritos y uñas encañan en surcos de tierra árida, fertilizan hierbas bravas y la soledad se derrama rancia, por las ramas de una mata. Hasta caer al suelo ensangrentada y sucumbir arrastrada, por sus lagrimas y melodías amargas.

En el portal donde escampa contra la pared recostada, ruega una maja turbada que llorosa aún sueña lánguida. Quizás a las noches pasadas, entre sabanas secas enroscada, húmeda y de entre piernas, solitaria. Lleva una flor de guirnalda sobre su cuello enroscada, una estola y una gorra de ala ancha. Vaquero a efecto de palmas, largos y apretados. Y ojos de niñas románticas, que desnudas y colmadas se imaginan entre barbas, sin más patriarcas.

Por la avenida que baja hasta la rampa del bulevar con barandas, solo hay maquinas. Por la que sube pancartas, pues la cerraron desde temprano porque sus contenes desbordaban, alterando el trafico en masas. Pasa un hombre del cual solo veo su capa, detrás su hijo lo jala, papá, papá, mostrandole un periódico lleno de manchas de palabras, sin conseguir su mirada. Y lo escucho bajo trombas diluvianas, gritar, es caca, pues borradas no valen nada.

– Déjalas ahí tiradas, que la tintura en las hojas suele irritar las gargantas, que sin aliento se lavan; y hasta las frases del alma, de las entrañas cargadas, atraen de la prensa plagias…

Por si no olvido a mi espalda entendí pasos, por la pared separados y descalzos, apurados y en puntillas desde el baño. Yo sigo aún aquí contando, mientras mi vecina allá al lado se prepara, para partir al trabajo. Solo la entiendo en las tarde al regresar ya cansada, por las noches nada en cantos con un trago y hasta ora revolcada. Las madrugadas en cambio la escucho gemir gozada por sus manos, diciéndose si mis vecinos roncan, yo, suspiro alto.

– O al mulatico de al lado, el cubanito orgulloso y guapo, a mi me encanta inspirarle sus poemarios; y derriba el muro convidándonos, al ritmo de sus diestros brazos, ondulando…

– ¡Y sola habla y se harta, como me pasa…!

– Y las goteras no paran, ni en la sala, ni en el cuarto, ni en mi mente el verso diario, recordándola extasiado; y al ver el cielo nublado, el gris atrapa mi espacio, hasta apagarlo.

― Tomo el desayuno despacio y apresados, en mis adentros poblados, llueve a cantaros…; y a solas sigo el chubasco, hasta que harto me paro, suspiro alto, e igual me largo…

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Lost in my imaginary aquatic dreams II by Eva Moreno

La he vuelto a ver, de entre dos versos me salió al anochecer; y he vuelto a ver, como en un sueño los ensueños riegan miel. La he vuelto a ver, leyendo un libro en su salón, discreta y bien. Con una copa, un cigarrillo, a flor de piel. Cabellos largos y peinados, pecho y tez; y sin querer, la vi mordiéndose los labios por desdén. E imaginé, que entre mis brazos y abrazados la tendré. La he vuelto a ver, aparecer; y abrí mi espacio para si desea volver. Y la he vuelto a ver, tocar despacio, decir paso, darme un plazo, entrar y ser.

― Musa, Mujer y todas las que quise ver, toda ella todas, para mi, he vuelto a ver…

Mi hembra y corcel, la cielo en pompas, la pastora y la de ayer, he vuelto a ver; y todas vuelta me atrapó y volvió a querer. Y el cigarrillo lo fumó y voló con el, con alas puestas y sin falda el cascabel. La he vuelto a ver, tocar mi santos y endiosarse hasta perder, la voz de pies. Volverse loca en un prosa amando en vez, de abrir la boca y dar su lengua al menester. Como ninguna se metió y salió a la vez, legando su obra cual un corazón de bien, rodando en olas con su vientre cual un pez; y toda oronda, decir te amo y ya lo se.

Aquatic purity - Aquatic dreams - Buste, Lorena Demay by Eva Moreno

– Y la he vuelto ver, vestirse y luego aquí a mi lado enternecer, pues no se fue…

– Hasta hace un rato cuando al fin me desperté; y ahora la pienso pues fue mi Musa y Mujer..; y ahora la espero por si decide volver, dada a mis besos y a mis versos, otra vez…

– ¡Volverla a ver…!

― Como en los sueños con ensueños de oropel, regando miel vuelta tal vez, Musa y Mujer.

Pictures courtesy of Eva Moreno Photographiste in Paris, France

Models Lorena Demay : “Aquatic dreams Collection”

Lost in my imaginary aquatic dreams « Aquatic dreams »

It would be impossible for me to live in a world without dreams,

without passion, Without music, without poetry, and without

Love and the colors of the romanticism.

Photo/artwork BBGC-Copyright
Published VOGUE ITALIA « Photo in the best of today »

Web of the Photographer : Eva Moreno Photographiste: http://www.evamoreno.book.fr/

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WITH POLITICS & PROSE

El Relevo - Parrandas — in San Juan De Los Remedios, Villa Clara, Cuba by Ariel Arias

– Hablándose entre justo y tímido se encontraron padre, e hijo, andando por un laberinto…
El uno con los principios lógicos de jovencitos comprensivos, que aspiran a ser más que oídos, genios de edades y mitos, en cuerpos de ídolos vivos, pasándose de los ritos. Y el otro escuchando atento para responder conciso como era su objetivo, dando muestras de entendido, por vivido y no por confundido en lecciones sin ejemplos. Sin revisar ejercicios los sábados y domingos alternando años bisiestos, ambos cortando caminos, aprendiendo.

– Echando dudas al piso y recogiendo destinos, descifrando jeroglíficos, lado a lado y al unisono sin variar del mismo ritmo, como en antiguos designios, rodados en pergaminos.

– Y el más pequeño y flaquito, lanzó las fuerzas del ciclo, alegando convencido…
Papá, sin trinos no existieran pianos, pues nadie puede repetir el silbido de los pajaritos y hacer que tenga sentido, si no es tocando bajo pinos la Sinfonía del Sonido aún impreciso, prosiguió hablándole el niño a su papá envejecido. Por caprichos, especifico, pues he visto que lo hizo para sentirse advertido. Vestido con pellejo místico en un esqueleto molido, armado con puntos suspensivos, por altruismo, suspendiendo cada lío con su cráneo lizo.
Cierto, respondió con un gesto persuadido a su adiestrado discípulo, como quien piensa lo mismo y se queda convencido de lo dicho. Tu criterio es tan complejo que nadie ha entonado trinos pretendiéndose barítono, ni los ha compuesto sobre ramas para traducir sus himnos. Ni ha respirado aire fresco, redoblando complementos en un concierto benéfico, donde se vean en nidos cantando y rompiendo huevos, pichones de zunzuncitos.

– ¿Y dime, m’ijo, que te ha dado por pensar que es por el pico, que se fomenta el delirio…?

Y papá, saltó y le dijo, si de muchacho no eres listo, de grande aunque seas bonito no encontrarás ni un rastrillo. Y papá, si yo no fuera tu crío, creo que hubiera preferido nacer sonriendo al haberte visto, e irme con un padre rico a jugar en su castillo. Y ser, por qué no, tu amigo. Pero solo si consigo que te compres pantalones, con bolsillos sin huequitos y un carro, ya que a pies pliego tobillos. Y papá, por capricho no se crea envejecido, e insisto.

– Vuelva al placer y deje atrás sus años críticos, salgase al mundo a dar gritos que cuando escuchen los míos, gritare mi papá lindo es el mejor de los tipos; y sin ser Dios lo confirmo.

– Y el padre al haberlo entendido, sin dudarlo, ni hacer guiños, mutó hasta el punto en que el niño recordó que tiene abuelos; y que igual por sus laberintos, andando se descubrieron.

― Silbando e imaginando trinos, creyéndose tortolitos, haciendo nidos de pino, o distintos.

– Y papá, por si te inspiro, dicen que el paternalismo engendra efectos nocivos, no cariño; y el padre solo alegó, comprendido, pues sin la inocencia de los sonidos no habrían dichos.

― ¡Di siempre lo que hayas decidido, calla lo que solo hayas oído; y sigue siendo tu mismo!

Photographie Ariel Arias , Photographe cubain à Paris

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Frente a frente y conversando, terminamos por pegarnos, para sentir que sudábamos. No resistimos mirándonos y para vernos colmados, nos dimos hasta nuestros brazos, jugando nos repasamos, nos enlazamos besándonos y hasta todo nos quitamos. Porque nos pareció más práctico sentir nuestros cuerpos cálidos, si queríamos el frío quitarnos por un rato. Y así comenzó este relato, una vez más en el pasado, para traerla despacio a desnudarnos.

Que cosas bellas que hablo, también me dijo a los labios, susurrandomelo. Tú me excitas bocabajo, por mi espalda cabalgando, poniendo en mis puntos tu dardo y bocarriba en mi atajo, me desvives cabeceando, anclado a puerto cual barco y montándome cual alazana en un establo. Caminando tras mis pasos y en mis profundos Condados, dejando tu polen placido gravitando sobre mis ovarios; y embarrandome de tu melado mis pétalos cárnicos.

Que cosa bella que extraño, su dulce pecho nostálgico, que se inflama al ser tocado. Sus dentales apretados son lujuriosos al máximo. Los botones de su busto son como astros mutando un calendario sin mayo, pues si no llueve la cargo y renueva el año en marzo con todo el cielo nublado; y en el diván navegando abril pasamos. Y no llamen que colgamos para no hablar mordisqueandonos, humeantes como dos arrebatados, parando el transito.

– Y por si al suelo miraron, sean discreto si es que vieron nuestros trapos aún regados, pues al vivir desnudándonos, pasa el tiempo y olvidamos, las cámaras del vecindario…

– Que importa pues para cambiarnos, cerramos, para violarnos despacio, la piel sin paños; e inundar por nuestro espacio endiablados y gozandonos, por la alcoba en vela atados…

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Cada cual con cada quien vive alegrías, de sombras no caen cenizas, ni de paraguas cortinas, ni en delirios tras caricias se han visto estrellas que giran, bailando por la gran vía. Todo debe darnos risa aunque perezca la vida, pues otras vidas distintas surgen el mismo día, sin que estas sean la desdicha de quienes de la vida expiran. Hay calderas que calientan las delicias y primaveras con brizas, que traen lluvias que refrescan, si dolía. Y por el paseo hacía arriba las chorreras bañan tibias; y gotas se deslizan frías, sobre rodillas.

Cada cual tiene su lira y la toca agradecida, yo ademas tengo mis rimas y las palabras precisas para hacer pensar que entre lineas de un pentagrama sin Diva, de notas salen dispersas melodías que dormitan. Y hace unos años corría, cuando las nubes de negro por las tardes se vestían, pues aunque rodaran pistas, lloviznas y camisas nunca hicieron bueno liga. Hace unos años decía, pues ahora invoco truenos y aguaceros, e irrigo mis pensamientos bajo chubascos de amor viejo, que en mis sesos de bohemio aún no seco.

Con una copa en la mano y un bolero en el teléfono, con mi cuaderno de sueños y los lagrimales gélidos. Y en mi cerebro su cuerpo, fundiendo en retos de antaño, listo para desnudarselo sediento. Caminando cabizbajo, escapando hacia el pasado en un buen baño, a la intemperie escampando en sus detalles acuáticos. Pues cual acueducto humano, cuando la observo ondulando, su vestido sale andando y ella se queda nadando entre mis brazos. Y cada cual por su lado sin pensarlo ni mandárselo chorrea excitando sus acuarios.

– Y hasta en recuentos lejanos que dejar no se ha llevado, aún ella sale roseando los sudores que al tocarnos nos causamos, cuando ya saciada en calma la empapé de coronilla.

– Pidiéndole como ella pretendía, hágasela vida, de sombrilla; y vuelva a empaparse solita.

– Y bajo trompas corría para ducharme en su dicha, mientras afuera llovían trombas líricas.

― Hágase la vida, recuerdo que le decía; y cual gata legendaria, sus siete la distinguían…

– Y me paraba en la esquina a esperarla y si venía, la desnudaba con la vista y ensalivada se temía la hembra liquida, la Ninfa hecha agua se sentía y en su piscina me bebía góticas.

― ¡Hagasela vida, usted misma; y pidiendo resistía enternecida y enfermiza…!

– Pues como cuento una tras una es infinita, si la tierra fertiliza humedecida.

– Hágase la vida y si la cadencia le incita, vuele en rimas y si la rítmica le inspira la sonrisa.

― ¡Hagasela, vida…; y vívala, hasta que salpique dicha…!

– Recuerdo que le decía, pues la apuesta era reciproca, hágase la vida; y se hacía la linda.

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Cierto hay ciertas ironías, que aunque parezcan rutinas, nadie se las niega en vida. Ni las hiladas rendidas, ni las elásticas regias, ni Don Juan, ni Magdalena, ni el Padre de la Monja aquella, ni en el escuadrón Tiembla Planetas. Ni por las mareas abiertas, ni en el cielo aunque no lo crean. Y se dirán que si no los cuenta, igual puede ser otra muela del Poeta.

Y miren bien, por si mal piensan que no trataré de jergas, ni de afamadas rarezas, ni de Musas que gobiernan cabeceras de poemas. Ni de Ninfas que desviven Casiopeas, ni de nardos, ni de tangos, ni de Abejas Reinas. Ni de la Divina Comedia sin teatro y con dos velas, ni de Bardos, ni de Bohemios, ni de Sirenas y Marineros, que en las orillas las celan.

– En fin, no pediré ni que me crean, pues para hablar de maneras, están las lenguas…

Y así se dice hasta en cantos, en los conciertos del baño y bajo estrellas en prados. Se repite hasta mutando para otra especie de bárbaros, igualita a los humanos. Se gesticula apurado y sofocando hasta el cansancio, hartos rogamos. Subiendo, bajando y parando donde no habíamos pensado, las uñas con sus dedos largos y todos a puños cerrados, apretándolos.

– Consintiendonos la obligación de ser solidarios, pidiéndonos como si nos esforzáramos al máximo, e imploráramos milagros disipados, simulando algún momento pasado coitando.

– Exigiendo de nuestro adversario el justo halago, con frases cortas, urgente y rápido.

― Recalcamos ya inspirados, cuando el tren viene arroyando, dame la mano…

– Dame la muestra para no palpar tentando, desciendeme hasta acá abajo las quimeras de lo alto, dame bocas que he besado y si sudado me canso, dámela y paro, dámela mano…

― ¡Dame la mano, dámela mano, dámela y callo…!

Así el pedido es más sano aunque parezca más drástico, lo malo es que es bien osado pedirle armas a contrarios que deseen consolarnos. Y a palmos pecheamos brazos por entrepiernas rodando, damos manos y damos, dedos, falanges y saltos. Y si adiestrarnos no es raro pues da el placer del que hablo lo malo es que trepidamos jalando desquiciados.

– Contemplando el escenario acalorados, embarrados de suspiros añejados en el baño, más turbados que saciados, lavando lo que nos manchamos y limpiando paredes con paños…

― ¡Exclamando resignados, dame la mano, sangrando, al respetar nuestros propios pactos!

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De cientos salieron tantos que para un año bisiesto solo faltaron dos pasos, el penúltimo para saltar alto el muro imaginario que divide al presente del pasado; y el ultimo para llegar rápido y sentarse a vacilarlo, pasado mañana si acaso, en su banco. Bajo el que cual podio preparado para cuadros, guardó su cetro esperando a regresar para recuperarlo, después de los campeonatos donde clasificaba amplio y tras temporadas sin descanso, luchando contra los dopados. Y ahora ya viene llegando con su sonrisa entre labios, sabios.

– Vuelto Rey de los Estadios adulado por sus actos, corriendo parco, lanzando dardos, en ajedrez ni retarlo pues aún nadie le ha ganado; y sin su chaleco dorado, aún da espadazos.

Pero para hablarles claro de nada vale equivocarlos con relatos rebuscados, pues si de cientos salieron tantos, el triunfo es bien solitario, ya que nunca se llega acompañado. Y en la mayoría de los casos, quienes no pueden, se consuelan criticando para rebajar lo logrado sin que al fin les cueste tanto y sin necesidad de ganar, como los atletas honrados, a sus contrarios. En fin, la meta está al lado. Veo sus brazos estirados y como si anduviera gravitando, burlón y desenfadado. Pensando quizás al tramo desierto, para conquistarnos.

– Y vendrá de nuevo ha hablarnos de trabajo, de condiciones y daños, de lo bueno, de lo malo y del cansancio; y cual campeón ya calmado, lo veremos, sin complejos vuelto astro…

– E iluminando el estadio y por eso lo cuidamos, porque vale como humano y como faro!

– Y ya paro pues lo están premiando, pero al Olimpo pensando, quise hacer este relato.

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Advierto por si no han oído que entre las cosas más tiernas que ojos humanos hayan visto, está una sísmica hiedra que crece en los canteros místicos de un sitio que he conocido. Y que brota de la tierra ondulando por los trillos, su tallo blanco divino, que cual vestido de domingo le da más belleza a su estilo y más brillo a los días lindos. Crece silvestre en el limbo, sin olvidar ni un delirio y cae por los precipicios, como si fueran suspiros lanzados desde labios finos, con la rítmica de unos versos matutinos, hacia las entrañas del infinito.

Su corola hecha de estambres de pistilos me corona el pensamiento y la recuerdo emergiendo por senderos que va abriendo, renaciendo cada vez que suelta pétalos, chorreando verde en el suelo y amarillo por el cielo con aires nuevos y frescos, resurgiendo cual Fénix de viejos restos y repitiendo el ciclo entero bajo aguaceros intensos que cuales orgasmos benéficos comparte con su mundo abierto. Y hasta en los años bisiestos se alarga más que febrero y florece por los cuellos en secreto excitando cada vello.

– Pero no aguanta en floreros, ni empapelada cual objeto para regalarla como cetro de amor bueno, pues la RosaToña es un ensueño que ni se injerta, ni acepta que la podemos…

― ¡Aunque retoñe de nuevo, cada vez que la veamos soltar pétalos…!

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