Qué vil alarde la risa, que sordo el oído terco, que
hondo veo el fondo deshecho de un balde de agua
marina, que ha pecho entero y sedientos me han
vertido sobre mis rimas; y todo se me ha ido al
suelo, entre pesadilla y desconsuelos bohemios.
Que escena cuento no vista, que decepción, que
mareos. El pez más grande y más grueso no se
compara al pecado de los humanos plebeyos, la
ambición que cría cuervos, pierdes los ojos un día;
y nadie paga por ello, ni un kilo prieto y pequeño.
Porque nadie la quería, porque hiso daño al ser
bueno; porque se burló del beso y del te quiero.
Pero mis dedos que riman, aunque muera sin
sonrisas; siempre inspirarán la vida envuelta en
dicha y agradecida. Porque mi verso es semilla,
porque en vena mi poesía lleva vida; y aunque
le cambien las letras, mi estilo firma por ellas.
Que escena cuento no vista, que sinrazón de
rutina; vi pelicano a la vista, sin saber que el
barco se hundía. Que idiota la cabeza mía que no
acepta que el poeta es un esclavo de las silabas;
y que mientras más alimenta, más pericias desafía.
Que injusta es la poca esencia y la delgadez de la
envidia y de las alergias a las alegrías; y la mentira.
¿Quien pensó que describiría lo que no dijo un
profeta en tablas métricas, quien adivinó las
cuentas que en la clase no aprendía cuando aun
iba a la escuela? ¿Y quién que se dijo que sabría,
descubrió la verdad concreta de la realidad moderna?
Que época más podrida en la que nuestros niños
juegan, que desencanto en placentas a quienes
vendrán les espera. Qué pena cruenta si fuera esta
la ultima de mis frases poéticas. Que escena cuento
no vista, que sinrazón de rutina, que espina pérfida.
Vi pelicano a la vista sin saber que el barco se hundía;
la rima muerta en su tinta, las hojas secas rendidas.
Pero mis dedos que riman, aunque muera sin
sonrisas; siempre inspirarán la vida envuelta en
dicha y agradecida. Porque mi verso es semilla,
porque en vena mi poesía lleva vida; y aunque
me roben la tinta, con sangre firmaré poesía.
hondo veo el fondo deshecho de un balde de agua
marina, que ha pecho entero y sedientos me han
vertido sobre mis rimas; y todo se me ha ido al
suelo, entre pesadilla y desconsuelos bohemios.
Que escena cuento no vista, que decepción, que
mareos. El pez más grande y más grueso no se
compara al pecado de los humanos plebeyos, la
ambición que cría cuervos, pierdes los ojos un día;
y nadie paga por ello, ni un kilo prieto y pequeño.
Porque nadie la quería, porque hiso daño al ser
bueno; porque se burló del beso y del te quiero.
Pero mis dedos que riman, aunque muera sin
sonrisas; siempre inspirarán la vida envuelta en
dicha y agradecida. Porque mi verso es semilla,
porque en vena mi poesía lleva vida; y aunque
le cambien las letras, mi estilo firma por ellas.
Que escena cuento no vista, que sinrazón de
rutina; vi pelicano a la vista, sin saber que el
barco se hundía. Que idiota la cabeza mía que no
acepta que el poeta es un esclavo de las silabas;
y que mientras más alimenta, más pericias desafía.
Que injusta es la poca esencia y la delgadez de la
envidia y de las alergias a las alegrías; y la mentira.
¿Quien pensó que describiría lo que no dijo un
profeta en tablas métricas, quien adivinó las
cuentas que en la clase no aprendía cuando aun
iba a la escuela? ¿Y quién que se dijo que sabría,
descubrió la verdad concreta de la realidad moderna?
Que época más podrida en la que nuestros niños
juegan, que desencanto en placentas a quienes
vendrán les espera. Qué pena cruenta si fuera esta
la ultima de mis frases poéticas. Que escena cuento
no vista, que sinrazón de rutina, que espina pérfida.
Vi pelicano a la vista sin saber que el barco se hundía;
la rima muerta en su tinta, las hojas secas rendidas.
Pero mis dedos que riman, aunque muera sin
sonrisas; siempre inspirarán la vida envuelta en
dicha y agradecida. Porque mi verso es semilla,
porque en vena mi poesía lleva vida; y aunque
me roben la tinta, con sangre firmaré poesía.
Picture by Misleidy Odalys.
