Para desandar sus pasos y no ir más lejos hacia el pasado, pensando, quién les cuento, un humano, cogió cascos de caballo, zancos de pinos altos y alas de gallo plumando tras pasar un frío invierno sin gallina, encerrado, por no querer ser espoleado como los gladiadores hartos de la valla del condado donde hoy paro. E igual tomó sus rezagos, sus resabios, sus retazos y sus pactos, sus compromisos neurálgicos, su maleta sin candado y los dos dados.
– Su cadena de oro usado y su espinazo, con los golpes que se ha dado resistiendo entre cañonazos a piratas y corsarios; y con su dicha de días mágicos, en las bebernas del guano.
Se liberó del rosario, clavó su cruz en un plato, se puso ropa de guapo, zapatos de soldado y partió a buscar un ángulo desde donde se viera rodando, hasta el día en que nos encontramos. Hace ya un tiempo, pensándolo, pues los años pasan rápido y al futuro, si llegamos, muestra las rutas de antaños por donde hemos surcado. Y en una bolsa de nylon transparente, echó los rostros durmientes de la buena y mala gente, tropezada por ayeres.
– Los ya sin nombres, ni pieles, los olvidados dementes, los olvidadizos héroes y los que del olvido a veces, trae por consideraciones tenues dos segundos al presente, sin quererles.
– La crema y nata del germen en que fomenta la plebe, los fieles; y los amigos de siempre…
Y al pasar a saludarme despidiéndose de seres, lo vi cargado, ferviente, tinto en sangre, maloliente, con lágrimas en los dientes y en sus ojos piedras verdes. Se parecía a un caballo cruzado con león fiero y avestruz, al tronco de un abedul cuales corazones no murieron al ser tallado en una sierra, sin luz. A una jirafa cantando blues con trompas y gritos líricos, a un pordiosero, a un mendigo, solito y hasta con perro, repito, lo he visto.
– A un elefante prístino que sobre cuerdas, e hilos, marchaba hacia el infinito, herguido…
– Se iba a la guerra, me ha dicho, a ofrendar lemas e himnos en los anales furtivos del delirio, hacia el efímero hito, donde marcamos principios de caminos, al Olimpo místico…
– A buscar en bríos crecidos y bajo cimientos de castigos, al fondo de lo que he descrito, para redimido, haberse visto; y volver a donde hoy sigo, con cada hecho vivido, deducido.
– ¡Te explico, al piso, al nido, al suelo dijo, distinto, conmigo, para siempre ser yo mismo!
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