Las alas de la primavera baten cuando pluman largas, después de un invierno recio, cubriendo al frío encerradas, soportando madrugadas, viendo las nubes ya blancas cargadas del gris intenso, de nuevos tiempos de agua. Y enraizando la mañana en una trampa de gracia, cuál amor nuevo que nazca, ávido de besos, olvidando al que extrañaba.
– ¿Quién no ha enviado deseos, rogando desde su ventana, por algún alma alejada…?
– Y cual eco de campanas, a lo lejos vea los pájaros, migrando hacia donde parta…
Pasearse por jardines bellos hace imaginar estampas, el césped silente, las fuentes mágicas, los bancos viejos, la arena, las hojas secas que lanzan y las verdes derramadas, las siemprevivas y una carta que volando desde el cielo caiga, frente a unos ojos que exclaman, rara idea la esperanza, las estatuas no riegan lágrimas, ni el aire vierte palabras.
– ¿Quién no ha escrito, sin saberlo, sobre un papel de plegarias…?
Caminar mirando al suelo tiene su filosofía barata, se ven los pasos que dieron, las chancletas apuradas, las botas, las puyas altas y las suelas desbaratadas. La planta baja de zanjas y las hormigas descalzas, con microscópicas jarras, tomando el sol en sus playas. En las orillas de charcos donde las ramas que caigan, hagan olas, con las sombras a la espalda.
– Y hasta divisamos pijamas en un desván manso e inquieto, bordados con flor de sabila.
– ¿Quién no ha corrido en la cama, soñando con el ser que ama, entre otras sábanas…?
Posar frente al espejo del cuarto abre espacios sin ventanas al interior de la casa, a la pieza ya regada y a la plancha, que sobre ropa amontonada espera plácida. Perenniza el silencio, fuerza la posteridad de la nada y hasta ilusiona la cara, contando infinitas marcas y perpetuandolas. Resigna al tiempo, atrapa la oscuridad y plasma, cual camara, el habla.
– Y aspira al cuento la esencia languida, que partirá disipada, desde que la puerta se abra…
– ¿Quién no ha intentado atraparla, sin ver la trama, e imaginandola…?
Las alas de la primavera pluman cuando marzo acaba y abril migra hasta otra página, cuando la luz añorada ilumina la mañana y aclimata la esperanza, que por gris atormentaba, para que el verde renazca. Cuando la suerte ya echada obre con don creando magia y el trabalengua que la sinrazón acallaba, escape al sol, clamando vivas, sin faltas.
– ¿Quién no ha cocido pelado, al ver emerger iluminadas, ruinas orgasmizando magma?
– Y que al encender la lámpara se oiga el eco de la encrucijada, del mal benigno, del cuerpo en alma, del karma viejo que encuentra calma y del ser que ama, atados en la misma cama.
– ¿Quién no ha trocado una paja en un agujero y que al soplarla, abra el cauce que tapaba?
– ¡Y que por donde pasaba preñada, la nada, brote la savia a sus anchas, hasta templarla!
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