Simulando el movimiento de un pájaro bajo las aguas de un lago, se advierte al cuerpo ondulando con cada musculo hinchado. Contra la masa luchando, sin respirar, con las manos, vueltas puntas y plumando y con el futuro echado en lo que se anda buscando, hasta poder encontrarlo y emerger del fondo, cansados y sin remedio, mojados, pero plácidos. Y no hace falta enunciarlo, la esencia del guiso ocultado, no es invisible al olfato.
– Y si al sol salimos buscando para volver con un faro, basta con que nuestros pasos, anden hacia donde se ha acostado y que lo esperemos atizandolo, e iluminados, al levantarnos…
– ¡Por deducción los escándalos oran la sopa de barro curtido y al calor pintado, gritando!
– Me he quemado, nos quemamos, lo han quemado, los quemaron, llenos de tizne lavando.
Hurgando en tiempos que corren nos encontramos milagros con sorpresas conjugados, e imaginamos El Antro de los deseos errados, de la vuelta atrás, de los contratos, de las piezas que faltaron y hasta al mismísimo Diablo, sobornando a un ser barato que por dinero clavaron. A Doña Flor de pecados, a Martín el Dios de parcos, a Consorcios Millonarios, a los menudos de bancos, a los negros, a los blancos y hasta a los populachos del condado.
– A la televisión, a la radio y a los periódicos caros inundando la opinión tras pregonarlo, se quemaron ciertos años y solo carbón encontramos, limpiando, enjuagando días asados.
– ¡E imaginense escuchándolos y diciendose, que raro, papel humeando, huele a guizado.
– ¡Los pescaron, se quemaron, dorando, qué bochorno, qué escándalos…!
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