La vida es una revista recontada día tras día, en sus página las brizas hacen las noches más frías, las madrugadas infinitas y las horas la porfía, entre una piedra que tiran y el lugar donde repica. Se leen mañanas bonitas, tardes cálidas y puestas llenas de dicha, bajo el sol, que hace sin luna de artista y cuando esta llega y le gira, el la enciende a media tinta y entre las vistas divinas y las congeladas bíblicas, se disipa y muere en ruinas, de prisa.
– ¡Y el adiós nunca se dará de mentira, mientras el hasta luego exista!
– Y la gente, buena y mala que respira, son como las hiedras mismas que cuando besan erizan y cuando muerden nos pica, hasta que en sangre la herida, seca; y la cicatriz expira.
En un articulo un perro sigue ladrando a su maestro, aunque este muerto no vea el cielo, en el siguiente el modelo hace de la sociedad un hueco y de los pobres, tarecos, para botar en invierno. En el medio hablan al centro y a la izquierda, la derecha pisa nervios. Al amor por bandolero lo condenaron a incierto, dicen los titulares negros y aunque nos lo niegue el clérigo, pecamos hasta por olernos. Y carátulas obreras no veo, pues silicio no es dinero.
– ¿De donde viene la ira…?, si el azar desconocemos, nos preguntamos en serio, respondiendonos de un huerto que germinó bajo guías, de malas hierbas y helechos…
– Que al mojar, cuando amanecía, engendraron los enredos, los suelos áridos y el yermo.
– Y si las dudas inspiran a abrir los ojos, proseguía, igual se lee la alegría, dibujada en las sonrisas; y por si al azar te fias, recuerda que las más lindas, son las que clavan espinas…
La realidad se destina al porvenir, por si arriva, que se diga. El tiempo pasa y desliza por los rostros la fatiga, salen las marcas que intrigan y la vestimenta nos quita, la barriga y las arrugas que proliferan. Nadie sabe si camina sobre epicentros de pifias, o si la serenidad, a la que todo ser aspira, se le muestra de rodillas y por terquedad la olvida. Y no hablare de politica, pues de promesas incumplidas, las películas, han dicho tanto como las poesías.
– ¿A que ha servido el Mesías…?; si no hay química, solo física, me decía…
– ¡Al azar, sabiduría, que la ruleta te siga; y a noticias, las de revistas, que se impriman!
– No te rías, lee y realiza, mientras vivas, me decía, que el azar sea tu divisa; y aspira…
– ¡Que si tu suerte codicias, que puedes ser que no seas, en vida!
– Y hoy sus consejos me envician y me dominan las rimas, pues mi abuelo era mi guia.
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