Se fue pensando que allá todo había cambiado, que las margaritas volverían a florecer llegando mayo y que los colores de las casas bien pintadas, traerían más calma a sus pensares desterrados. Que con guirnaldas alumbraría su patio y que en su cuarto, posaría su regia alma de bardo. Se fue pensando a la ilusión del amor vago, a un arca vieja que encontró, a las virtudes del calor y a lo ya andado, por tantos lados hurgando.
– Y al acercarse a la estación del próximo acto giró y cogió la dirección de algún antaño.
Se fue a olvidar la sensación de no he llegado, sus frustraciones y pánicos, se fue a encender un cigarrillo y a pagarlo, esparciendo la razones de sus cantos y a condenar la fría razón de lo juzgado. Se fue a cavar a donde nadie había encontrado, a enterrar soledades bajo bancos, a invertir sobre un pantano el escenario de los años no ganados, caminando sobre cardos, solitario. Se fue a cambiarse al neurólogo, su cerebro letargo.
– Y a despejarse de morbos, para continuar rodando hacia yo me encanto…
‒ Se fue a decir, si he pasado, es porque andando legamos nuestro pasos; y aún aquí sigo esperándolo, brotando como margarita sin prado y sin esperar ya ningún milagro.
– Pues a quien se fue y vuelva a vérsele en el mismo lado, a amigos, habrá llegado; y habrá encontrado esa razón que en la distancia no olvidamos, regresando a mostrarlo.
‒ ¡Se fue hace tanto, que no me extraño…!
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