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– Y pues…
Como le va le preguntan los testigos, papá las acnés le dice su astuto hijo, la ex novia fiel de reojos le hace un guiño, la que ahora es lo consiente por cariño y la que será espera que aun tenga...
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En la estación de mujeres.
Acá a donde me has traído por si ahora puedo decirlo no existen casas, ni recintos, ni vive nadie conocido. Solo hay una fuente de vidrio, hecha del cristal más fino, sacado de las minas de cilicio...
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– ¡Y así me entiendo!
Me sosiego como el tiempo renaciendo del silencio años enteros, como un árbol retoñando en un sendero húmedo y recto, como el viento soplando hasta en los huecos y en lo adverso. Con mi mascara y mi...
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El alquimista: Vainilla tibia.
La orquídea salvaje da una rara vainilla con gusto de enjambre y aliento de golosinas ricas. Echa agua acepta alquimias con pepitas de cereales y con las más duras semillas, hasta que el paladar nos...
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La inmaculada ovárica.
Se arma de cruz y de espada, lleva una os y guadaña, carga un martillo que aplasta y tijeras de hojalata. Tiene la cara rosada y en el busto una medalla, que evoca la muerte rápida de quien ose...
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Adiós distancia…
Se me cayó el amor que te portaba, se acabó porque esperaba y no te dabas, se me apagó el motor y hasta mis lágrimas, secaron y ya no brotan lánguidas, acabaron y de llorar no siento ganas. Y ahora...
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– Tras la sombra hay un destello.
Sombras, solo veo sombras que sin cesar trasnochan, que en la claridad se ahondan y en la oscuridad me atrofian en la infinita soledad de sus mazmorras y se destrozan, en la escueta inmensidad de mis...
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Bárbara Lucíla la inquisidora.
En lares no tan remotos de donde escribo estos versos queda una mansión de ensueños que se asemeja a un convento. Es tan alta que toca el cielo y tan ancha que en esos predios solo existe aquella casa...
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La carta de París (Epístolas sin sobre.)
Ya no se ni cuantas letras te he lanzado cabeceando, pues entre cartas y dados ya no recuerdo a cuantos juegos he apostado demostrándote con actos. Y a pulso remo cantando hacia horizontes donde no...
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Desandando adagios.
He vivido tantos años que cuando miro al pasado me aparezco buscando algún retrato, el de un momento legado sin contarlo, el de la apuesta por luz en un otoño nublado, el de sensaciones de amor...
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– Veces distintas…
Ni el apetito de tinta me ha sacado las ideas que me irritan, las más burlonas y cínicas que por mi cabeza derivan, la del pan ganado a migas cada día, la de las riendas que tiran de mi cabeza de algo...
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‒ Hasta encontrarle…
Me perdí por el camino de Santiago, pues giré por donde el sol vaga en la noche y la luna se le va al atardecer con truenos de astros, a esos lares donde el ser anda de lado, divagando entre quimeras...
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¡Ella!
Cuando augusta Dulcinea se le reviró al Quijote delirando con peleas, portando funda y botones, armadura y voz de jefa, este le respondió, mi Reina, espere a que le hagan la guerra, para transformarse...
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Así es la vida, mi vida…
Pégate a esta misma estufa aunque esté de tizne árida, aunque el lodo de su plancha más que el dolor cause lágrimas, que sentirás que se calma el frío que por tus entrañas, en tus adentros se harta. Y...
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– Y te nombro…
… y por eso te añoro, te añoro, te añoro. Por tus visiones de siempre que las tienes, por tus consejos que quieren entenderme, por tus sonrisas que desean verme alegre, por nuestra vida con suerte. Por...
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El eco atrae distancias.
Cada día que pasa se me agota la esperanza de volver a ver tu cara, frente a mi rostro en la mañana, o contra la mía en una butaca, sobre mis hombros posada y dándonos besos, muchacha. Como cada día...
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Para prescindir de ayeres.
A través de las ventanas ayer te vi, toda oronda, a boca ancha en carmesí, sin las marcas de la vida, sin sufrir, elegante, esbelta y erguida, sonreír. Y pegado allí en la pared me quedé aguijoneando...
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Juegos de alturas.
De la altura mujer, que tú me das, veo el mañana, por las mañanas surco las nubes que pasan, paso las tardes cogiendo sol sobre las palmas, mutando alas y en ropa blanca. Y me creo el ángel que no soy...
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Instantes, entornos.
Por la rampa donde pasan los instantes, desde que la vida nace hasta que muere y mientras calor, o frío hace, el tiempo, sin sofocarse ni abrigarse, nos deja ver lo que quiere según nuestros intereses....
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La hueste del cuero dormido.
Me encomendaron las riendas de las huestes del albergue, de los bribones más fieles que haya conocido un jefe, de los que cuando dicen existo pues no finjo lo que vivo, ni impongo leyes dementes, se...
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